En los últimos tres meses se instaló en Uruguay el debate sobre el racismo. Un debate que se inició en el siglo XIX cuando los afrodescendientes tomaron la palabra escrita en el espacio público. Son tres los hechos significativos del presente: la discusión de un proyecto de ley para instrumentar acciones afirmativas hacia los afrouruguayos, la movida en torno a la agresión sufrida por la militante Tania Ramírez y la campaña «Borremos el racismo del lenguaje» que desarrolla la Casa de la cultura afrouruguaya.

En este contexto quería ponerle nombre a un cierto malestar personal por la fuerza que ha tomado la expresión «corrección política» en las redes sociales. Muchas personas están utilizando esta expresión para señalar su disenso en el debate sobre el racismo en Uruguay. En esta línea de razonamiento intentar borrar del diccionario la frase «trabajar como negro», eje de la campaña de la Casa de la cultura afrouruguaya, es una muestra de «corrección política». Es difícil detener el poder de este discurso que tiene su origen en las luchas de quienes se oponen a las «políticas de identidad» en los Estados Unidos.

El investigador John K. Wilson habla del «mito de la corrección política» , afirma que la expresión surgió en los años noventa en el marco del debate público en Estados Unidos y que «la prensa lo convirtió en un “Mac Carthysmo de izquierda” que tomó las universidades». Luego agrega: «se convirtió en el grito que reunió a todos los conservadores críticos de la academia, la expresión detrás de la cual todos sus enemigos -multiculturalismo, acciones afirmativas, códigos hablados, feminismo, y los radicales- podían ser unificados en una sola conspiración».

Cualquier cosa que «oliera» a reivindicación de una minoría, cualquier denuncia por el uso de palabras ofensivas, cualquier cosa que significara cuotas en las universidades para latinos, asiáticos, afro-americanos o cualquier otro grupo, se lo asoció en el debate público al complot de lo «políticamente correcto». La derecha norteamericana, con un poco de ayuda de los medios de comunicación, convirtió esto en un estereotipo gracioso. Fue una forma de minimizar o ridiculizar políticamente los esfuerzos de una multiplicidad de actores sociales que aparecieron en los noventas, algunos de los cuales venían luchando visiblemente en el ámbito público desde los sesentas.

Los afrodescendientes por ejemplo lograron cosas como las cuotas en la universidad como resultado de esas luchas (entre otras cosas) y eso significó para la mayoría blanca perder privilegios. El nombre que la mayoría blanca, masculina y heterosexual le puso a la pérdida de privilegios fue «corrección política». Un ejemplo en el campo de la literatura fue la guerra que llevó adelante Harold Bloom y otro montón de profesores universitarios yankis contra aquellos académicos que empezaron a enseñar el testimonio de Rigoberta Menchú y otros textos representativos de lo «no-occidental». De ese debate proviene su cruzada por el «canon occidental». También es cierto que esta sensibilidad hacia los temas en Estados Unidos se volvió autoritaria y algo persecutoria al punto de imponer la autocensura y muchas veces la falta de sentido del humor.

La expresión «corrección política» como conspiración radical fue importada al Uruguay del debate norteamericano casi con el mismo significado, al que ocasionalmente se le agrega la participación de organismos multilaterales de crédito y a las Naciones Unidas. No creo que la «corrección política» sea parte de un plan y mucho menos un concepto, es más bien un discurso utilizado con intencionalidad política y me molesta su expansión en Uruguay. Pero como discurso político es parte del debate público, y más allá de ser un producto importado, es importante considerarlo por su creciente difusión en ámbitos como las redes sociales y la prensa. Aquí las personas con ideas conservadoras utilizan la expresión “políticamente correcto” de un modo despectivo. Pero, paradójicamente, también existen las críticas por izquierda sobre lo que estos movimientos sociales han logrado al colocar el debate en el lenguaje, o de la manera en el que lo han hecho. Hay quienes son muy críticos con las acciones afirmativas o lo que se llama “discriminación positiva” (cupos para afrodescendientes por ejemplo en los empleos públicos) porque creen que no atacan lo que verdaderamente importa (la pobreza en este caso) o son resultados del “lobby” que hacen las organizaciones sociales.

Pero ¿por qué surge un problema con el supuesto «lobby» de estos grupos? ¿Por qué es «lobby» y no acción política? En mi caso creo que estas organizaciones son actores políticos relevantes, que están contribuyendo a visibilizar asuntos como el género, lo étnico, que pueden convertirse en fuertes críticas al capitalismo. La «corrección política» no define sus luchas, que en algunos casos son históricas, y por eso no parece para nada aplicable a los reclamos y los logros de estos movimientos. Las luchas del movimiento obrero en Uruguay, en toda su historia y en el presente, dieron lugar a los consejos de salarios, a establecer salarios y condiciones de trabajo en todos las ramas de la actividad económica en Uruguay. Las leyes no se hicieron para el PIT-CNT sino para los trabajadores. No creo que solamente los afrodescendientes o los homosexuales se beneficien con la promulgación de leyes, nos beneficiamos todos como uruguayos con ellas. Repito: la corrección política no tiene nada que ver con todas esas cosas.

Después de un tiempo he terminado por creer que quienes piensan en estos términos se ven amenazados en sus privilegios o no están dispuestos a poner en discusión sus preconceptos, sus seguridades o sus axiomas políticos. Después de todo las medidas afirmativas, la desobediencia al lenguaje estándar o a la naturalización de determinadas pautas sociales, son las herramientas que estos movimientos entienden como adecuadas. Por eso las apoyo y las difundo lo más que puedo, aunque a veces tenga dudas sobre los métodos, sobre las consignas, sobre los discursos. Por eso la preocupación es política: ¿cómo aportar al debate? ¿de qué forma aportar al movimiento social para desarticular estos argumentos y mejorar los propios? ¿qué más hacer además de acompañar la marcha, firmar la petición o compartir en facebook?

Estaría muy contento si con esta expresión de mi malestar alguna de las personas que respeto intelectualmente o se autodefinen de izquierda dejaran de usar la expresión «corrección política» para expresar su disenso. Para la lucha contra el racismo todavía tenemos la política.

Dejo aquí una conferencia sobre el racismo en el lenguaje de Teun Van Dijk.