Ambas publicaciones fueron elaboradas en el marco de un taller editorial coordinado por Manuel Barrios y Ana Mercant, docentes del Programa Nacional de Educación en Cárceles de la Dirección Nacional de Educación del MEC.

Sobrevivir

Hace un par de meses, Manuel Barrios me invitó a una de las reuniones del colectivo de personas privadas de libertad que lleva adelante Libres de Mentes. Llegamos a la mañana temprano al COMCAR, como todavía se lo conoce en el afuera, y nos apersonamos en la entrada. Llegamos justo en el momento en el que se producía un ingreso de varios hombres a la cárcel. Esposados de pies y manos, apenas pudiendo sostener sus pertenencias, pasaban por los detectores conducidos por los policías que apenas los ayudaban.

Todos pasaríamos por los detectores, pero no podía no sentir que era un visitante, que no sabía lo que era estar en esa situación, que saldría unas pocas horas después por la misma puerta, me tomaría un ómnibus y volvería a mi trabajo, y luego a mi casa con los míos, a disfrutar de mi libertad. Un rato después entraríamos con Manuel a la comunidad educativa y me presentaría frente a un grupo de varones en sus treintas, que alguna vez pasaron por la misma puerta y que formaban parte del taller editorial Libres de Mentes.

De pronto, así lo reconstruyo en mi memoria, estaba escuchando a Luis Godoy leer las primeras páginas de Sobrevivir, la nouvelle o cuento largo testimonial que narra su experiencia en la cárcel. Quedé fascinado desde el minuto uno, porque desde las primeras líneas Luis cuenta su ingreso a la cárcel, muy parecido al que acababa de presenciar:

Ahí estamos sentados en el lugar que nos dieron. Muchos le dicen “mi casa”; para mí, sin embargo, es una celda; más precisamente, estoy alojado en el Módulo 11, piso B2, celda 13. Tengo latente en mi memoria la llegada a este complejo penitenciario; era un día soleado y de agradable temperatura; un día de primavera, cantaban los pájaros y la brisa que corría por mi cara me hacía recordar mis tardes recostado en un verde prado.

Aunque no tan parecido:

Descendí de una camioneta rodeado de personas que, por momentos, no parecen humanos. Estaba encadenado de pies y manos; me tropecé y golpeé sobre el cemento duro y frío. Eso produjo la sonrisa interminable de las personas que me custodiaban. Parecía una función de circo: yo el payaso y ellos, los espectadores. De repente, una mano gigante me tomó de los pelos y, en cuestión de segundos, me dejó de pie y me golpeó en el estómago. No fue la bofetada de un inexperto, sino la de alguien que pega sabiendo dónde duele y cómo dejarme sin aire. Hasta hoy, en mi mente, intento analizar sus carcajadas infinitas y no logro entender cómo se pueden divertir con la tristeza del otro.

Esta es la primera página del libro. La que me enfrenta, y enfrentará a quienes lean el libro, a la experiencia de la cárcel escrita por alguien que todavía está allá, a dos bondis de distancia, separado de nosotros por detectores, paredes y rejas, y por un cerco militar que custodia la frontera. Lo que hace Sobreviviendo, lo que hace Godoy, lo que hace el taller Libres de Mentes, es tender un puente con el afuera, y desde ese puente, sin concesiones, hablar a quien esté dispuesto a escuchar/leer.

El relato de Godoy abre la puerta de la cárcel, saca los detectores, reduce la distancia, y con mucha paciencia, explica lo que es sobrevivir en una cárcel, no en cualquier cárcel, en Santiago Vázquez. Lo hace en una narrativa limpia, prolija, que va entretejiendo hechos y experiencia de los hechos. Por momentos la reflexión lleva al juicio moral de quienes controlan la cárcel, de sí mismo, de sus acciones pasadas y presentes, de quienes estamos afuera y no esperamos nada de ellos. Lo que me pasó con la prosa de Godoy es que me envolvió, igual que su lectura en voz alta en el taller. Es un texto breve pero intenso, tanto que fue necesario hacer una pausa antes de terminar. Retomar la lectura es animarse a saber más sobre Godoy y su experiencia de la cárcel, pero también a saber más sobre mis prejuicios, sobre aquello de lo que preferimos no hablar. Y eso es lo que hace la literatura, o al menos debería.

Los libres de mente

Pero la literatura no nace de un repollo, necesita colectivos, necesita editores, necesita educadores. Por eso le hicimos llegar a un cuestionario a Manuel Barrios y Ana Mercant, para que nos cuenten en qué consiste el proyecto Libres de Mentes y cuáles son sus fundamentos.

¿Qué es Libres de Mentes Editorial?

Libres de Mentes es un proyecto editorial que surge a raíz de un proyecto educativo elaborado nos nosotros, con la coordinación territorial de Federico Veiga. Estas iniciativas se enmarcan dentro del Programa Nacional de Educación en Cárceles, de la Dirección Nacional de Educación-MEC.

Escribir y leer en la cárcel es mucho más que un proyecto pedagógico, es una cuestión de derechos. Es algo que hace a nuestro aquí y ahora. ¿Qué textos son posibles de leer y escribir en una cárcel? ¿Qué tipo de acervo hay? ¿Con qué libros contamos? ¿Existen libros escritos por presos? Preguntas análogas son posibles con respecto a la escritura: ¿qué pasa con aquello que se escribe? ¿Los textos escritos en la cárcel son leídos por otros ojos además de los encerrados?

Un escritor es, antes que nada, un buen lector. Pero el lector necesita, desde la perspectiva de la mediación de la lectura, libros que lo motiven, que le sean próximos, que, de alguna forma, le hablen.

Dice Edmond Jabés que el escritor se escribe leyendo y el lector se lee en lo escrito. Lo que proponemos no es ni lo uno ni lo otro. No queremos inventar escritores, aunque tal vez eso sea algo maravilloso. Tampoco nos proponemos solamente crear lectores, aunque confiamos en que eso ocurrirá si despertamos la chispa de la lectura. Lo que nos proponemos es crear editores, para que lxs sujetos sean capaces de editar la cárcel.

Editar es transformar. Es hacer con las palabras de lxs otrxs. Amplificar ideas, generar canales de comunicación. Imprimir, copiar, encuadernar. Cortar papel, enhebrar agujas para que el hilo trasvase la celulosa. Editar es elegir qué se edita, cómo se edita y por qué se edita. Es pararse frente a la sociedad sin ser el centro. Es crear ese centro sin saberlo.

Nos proponemos generar las condiciones pedagógicas, humanas, materiales, conscientes e inconscientes, para que todo esto ocurra. Para que las palabras se transformen en textos, y estos textos en libros de narrativa, poesía, teatro. Hacer revistas, divulgar materiales que no circulan dentro de los muros. Responder a la necesidad de los sueños, soñar que editamos, transformamos, corregimos nuestro entorno, para despertar un poco más lúcidos de lo que éramos.

¿Dónde surge?

Surge a partir de una experiencia llevada adelante por nosotrxs en el año 2022. Ese año trabajamos en el sector de prisión preventiva a partir del eje de mediación a la lectura. Al finalizar el año realizamos una compilación de los diferentes trabajos de producción escrita y los publicamos de manera artesanal. El resultado fue Yo te banco, el título está ligado a la elaboración de bancos de madera en el sector, iniciativa que nos permitió generar dinámicas de producción escrita y grupalidad.

Nos dimos cuenta que la publicación generó una gran visibilidad del trabajo educativo realizado. Además el valor fue transversal: los operadores, las autoridades, los educadores, los participantes del taller, así como otros actores vinculados con la educación, valoraron como positiva la iniciativa. Por eso, nos surgió la siguiente pregunta: ¿y si lo editorial se toma como trabajo en sí mismo y no como una mera herramienta de finalización del proceso educativo? Construir una editorial en la cárcel, para editar la cárcel. Partir de la idea de que la edición es un proceso de transformación, y que esa transformación requiere una expertise así como una organización que le dé cuerpo a cada paso: creación, corrección, impresión, encuadernación, y así.

La edición, desde un punto de vista educativo, permite que los participantes puedan situarse en un lugar de sujeto activo y participante por medio de la producción de bienes culturales, y no solo como meros destinatarios de ellos. Para ello, una necesidad emergente es la de poder identificarse con su propio universo simbólico: sus miedos, deseos, esperanzas y sueños. La escritura permite reconstruir estos caminos, y la edición hacerlos visibles. Se entiende el trabajo editorial desde una perspectiva amplia, como una forma en la cual es posible hacer públicas ideas que antes no lo eran. De esta forma se busca que el taller sea un espacio de intercambio de saberes y experiencias, construcción de sensibilidad humana, lectora y estética.

De lo dicho, se desprende que este tipo de prácticas donde lo educativo y lo editorial se cruzan, generan un aporte significativo a la bibliodiversidad del medio. El proceso editorial se entiende, en este caso, como una producción cultural transformadora, que desplaza a los sujetos de los lugares de subalternidad que les habían sido asignados por el orden hegemónico, que los de-sujeta, que configura nuevamente su subjetividad y la totalidad del espacio social. (Maccioni y Loyber, 2015, p. 145)

Con base en lo antedicho y como referencia para el presente proyecto, cabe destacar otras experiencias al respecto en la región, realizadas por el profesor e investigador Pablo Parchuc, en Argentina, como son el espacio construido en los centros universitarios de Devoto y Ezeiza (CUD y CUE respectivamente). El Taller Colectivo de Edición, que se incorporó en el año 2008 al CUD y se extendió en 2013 al Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza; el Taller de Narrativa, que se dicta desde el año 2011 en el CUD; el Taller de Literatura del Centro Socioeducativo de Régimen Cerrado Manuel Belgrano, que inició sus actividades en 2012 y hoy se integra a otros talleres de artes y oficios culturales para jóvenes y adolescentes encarcelados o que se encuentran cumpliendo medidas de supervisión y monitoreo penal extramuros, entre otros (Sobre el tema en Argentina, ver la colección Escribir en la cárcel de varios autores).

¿Cuándo surge?

La idea surge en el año 2022, pero se concreta en el año 2023. Desde hace varios años el Programa viene desarrollando diversas propuestas en el Complejo N° 4 de Santiago Vázquez (Montevideo), en coordinación con el Área Técnica y de Dirección de las diversas Unidades que la componen. En el año 2019, la dupla del Programa Aprender Siempre (PAS-MEC), Ana Monteverde y Manuel Barrios, proponen la postulación de las PPL del sector A4 y B2 a la convocatoria de los Fondos de Iniciativas Juveniles (FIJ), INJU-MIDES.

Finalmente nació el proyecto de nombre: La Biblio, el cual fue seleccionado por el FIJ (INJU) y se ejecutó exitosamente a lo largo del año 2021. En el año 2022, llevamos adelante, en el sector de prisiones preventivas (A1), un taller de mediación a la lectura orientado hacia las prácticas editoriales, obteniendo como resultado la publicación artesanal de un libro colectivo de poesía. El nombre de ese libro fue Yo te banco, y fue la primera publicación que hicimos en contexto de encierro.

A partir de esta experiencia comenzamos a pensar en que la edición se utilizaba como herramienta para visibilizar el trabajo de las personas encerradas, pero no se le daba a esa herramienta el proceso necesario para contemplar sus diferentes etapas. Los libros salían mal, apurados, con poca corrección, y se terminaban haciendo “a los ponchazos”. Ahí fue que se nos vino la idea de generar un proyecto educativo enfocado a lo editorial, y que la editorial fuera el centro del proyecto. No la mediación, ni la lectura, sino la edición desde un sentido amplio. Un sentido que contemple la óptica textual a la vez que la gráfica (se puede integrar al que le guste leer o escribir, o también al que le guste dibujar, o simplemente el/la que quiera estar con nosotres). Ese proyecto fue aceptado por nuestro coordinador, Federico Veiga, y a partir de ahí surgió la idea de la editorial.

En el año 2023 el taller comenzó a funcionar en el espacio de la Biblioteca Multimodal (ubicada en salón 10 de la nueva Comunidad Educativa), y se ha desarrollado, a lo largo del presente año, como una propuesta socioeducativa de interés tanto para los participantes como para la propia institución.

Este año en el taller editorial, llevamos adelante dos producciones, la revista homónima del taller, Libres de Mentes, y la novela Sobrevivir, de Luis Godoy participante del taller.

¿Quiénes proponen y quiénes se integran?

La propuesta fue realizada por nosotros mediante un proyecto presentado a la Coordinación del PNEC a finales de 2022. En el transcurrir del 2023 se desarrolla el taller editorial con el apoyo de un diseñador e integrado por personas privadas de libertad que concurren a la comunidad educativa de la Unidad 4, módulos 4B y 4D asumiendo un rol activo en el proceso de creación y producción. También contamos con la colaboración de operarios, docentes de la comunidad educativa, escritores y referentes educativos.

Por último, quería preguntarles por su relación con proyectos argentinos que mencionan. Quisiera saber más sobre esa conexión.

Ambos estamos cursando la diplomatura en ¨Arte y gestión cultural; experiencias en territorio¨ dictado por el Centro Universitario San Martín CUSAM donde visualizamos la importancia de tejer redes en este tipo de contextos y la riqueza en el intercambio de experiencias.

Nuestras principales referencias en relación al trabajo editorial en contexto de encierro están en la otra orilla. Hace unos meses tuvimos la posibilidad de entrevistarnos con Juan Pablo Parchuc y su equipo, quienes llevan adelante el Programa de extensión en Cárceles de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, apostamos a seguir tejiendo redes con elles.

Según la perspectiva de Parchuc las prácticas de escritura y lectura, crean un campo, material y simbólico, de sentidos e indagaciones. Interpelan performativamente tanto sus condiciones de posibilidad, como los marcos, normas y regulaciones donde son inscriptas. Estas acciones tienen el potencial crítico de dejar marcas sobre las lenguas, sujetos y espacios que atraviesan, alterando sentidos, redefiniendo escenas y relaciones, interfiriendo lógicas institucionales y, en definitiva, produciendo nuevos horizontes y oportunidades para el desarrollo de procesos subjetivos, grupales y comunitarios. En este sentido, pensamos a la edición como una estrategia para hacer visible estas “marcas”.

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