La memoria no es sólo el alimento de la digna rabia, es también raíz del árbol de la dignidad y la rebeldía. En el caso de los pueblos originarios, es una raíz que se hunde en siglos de oscuridad, y que, con los pueblos del mundo, dice y se dice: nunca más”.

El capitán

La nueva estructura civil zapatista

En treinta años de existencia pública, y cuarenta de su inicio en la clandestinidad, los indígenas zapatistas han transitado por variadas etapas en su formación integral, que incluye el manejo de una segunda lengua, el castellano, acorde a reglas y principios dominantes, y la presencia de un interlocutor que era el finado sub Marcos luego Galeano y hoy el subcomandante I. Moisés. Los zapatistas, a diferencia de otros grupos insurgentes, producen cientos de documentos, testimonios e iniciativas sorprendentes que involucran a la llamada sociedad civil. Estos pueblos, agrupados en torno del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), transitaron por etapas de silencios prolongados, que ensordecen a la clase en el poder, y otras de una profusión comunicativa. Y hoy, ante una guerra civil en Chiapas, nos deslumbran con propuestas que prefiguran la utopía: “la idea del común, o de la no propiedad”.

Una nueva generación indígena

En mayo de 2014, en medio de una recurrente crisis del sistema neoliberal con una clase política enredada en el narcotráfico y en un contexto en el que asesinan al compañero Galeano, base de apoyo zapatista, el sub Marcos, entre otras cuestiones señaló:

En estos 20 años ha habido un relevo múltiple y complejo en el EZLN…Algunos han advertido sólo el evidente: el generacional… Ahora están haciendo la lucha y dirigiendo la resistencia quienes eran pequeños o no habían nacido al inicio del alzamiento. Pero algunos estudiosos no se han percatado de otros relevos: el de clase: del origen clase mediero ilustrado, al indígena campesino. El de raza: de la dirección mestiza a la dirección netamente indígena. Y el más importante: el relevo de pensamiento: del vanguardismo revolucionario al mandar obedeciendo; de la toma del Poder de Arriba a la creación del poder de abajo; de la política profesional a la política cotidiana; de los líderes, a los pueblos; de la marginación de género, a la participación directa de las mujeres; de la burla a lo otro, a la celebración de la diferencia […]1

Este relevo múltiple que menciona el finado sub Marcos hizo su primera aparición en el escenario chiapaneco: el 21 de diciembre de 2012 más de 40 mil zapatistas, sobre todo niños(as) y jóvenes de las nuevas generaciones realizaron cinco marchas silenciosas y simultáneas en municipios chiapanecos con un primer comunicado:

¿ESCUCHARON?

Es el sonido de su mundo derrumbándose.

Es el del nuestro resurgiendo.

El día que fue el día, era noche.

Y noche será el día que será el día.2

Los zapatistas, en su nueva convocatoria, afirmaron: “No es el nuestro un mensaje de resignación… No lo es de guerra, de muerte y destrucción…Nuestro mensaje es de lucha y resistencia…”.3 Para una prensa y medios masivos que propagan reiteradamente la desaparición zapatista en ámbitos de violencia institucional y criminal, que es lo mismo, como hay ocurre en Chiapas y en todo México, estos pueblos, enfrascados en un silencio activo retomaban de nuevo la palabra.

De un plumazo auténtico, el EZLN volvía a reiterar su línea política, su posición ideológica y sus principios frente a ingenuos o de mala fe que atribuían derrotas electorales al zapatismo. En un mundo sin honor, sin lealtad y sin principios, el EZLN volvía a mostrar una ética inflexible y otra forma de hacer política. Más adelante, los zapatistas invitarían a miles de mexicanos a “La Escuelita”, con la idea de verificar logros en salud, educación, autonomía. En este contexto, avanzó en las características de una generación, mujeres y hombres, que nació en el fragor de una guerra de baja y alta intensidad y que se formó en el impulso de una nueva historia, de una nueva educación, una nueva salud, y de valores otros en el marco de construcción de su autonomía.

Víctor Camacho (La Jornada). Extraída de: https://elsiglo.cl/

En el documento al que nos hemos referido, Comunicados del EZLN, 25 de mayo de 2014, los zapatistas señalan que su insurrección en 1994 era parte de una guerra de resistencia ante la muerte y la destrucción, el despojo y la humillación, la explotación y el silencio impuestos al vencido, que ya venían padeciendo siglos antes. Ahora, después del 94, ya era una guerra cualitativamente distinta pues se confrontaban valores e ideas, concepción de la vida y del universo indígenas frente a la clase dominante, contra su mundo, sus valores, su ideología.

Es la etapa en que la clase en el poder y sus partidos políticos traicionan “Los acuerdos de San Andrés”, y donde los zapatistas llevan a la práctica sus proyectos de autonomía en sus pueblos, en los Caracoles. En un país sumido en una espiral de violencia sin precedente en donde se confunde criminalidad organizada, el narcotráfico, con criminalidad no organizada, gobierno y aparatos represores, ejército y policía, el proyecto zapatista avanza con logros sorprendentes en educación, salud, formación de cuadros, organización de comunidades bajo el lema mandar obedeciendo.

Es en esa fase en que se interrogan “¿Qué sigue?”, con esta y otras preguntas “¿Preparar a los que siguen en la ruta de la muerte? ¿Formar más y mejores soldados? ¿Invertir empeños en mejorar nuestra maltrecha maquinaria de guerra? ¿Simular diálogos y disposición para la paz, pero seguir preparando nuevos golpes? ¿Matar o morir como único destino? ¿O debíamos reconstruir el camino de la vida, ése que habían roto y siguen rompiendo desde arriba?”4 En esas interrogantes los zapatistas aclaran que su dilema no estaba entre negociar o combatir, sino entre morir o vivir. Tomaron una decisión paradójica en un grupo inicialmente guerrillero y que, de acuerdo a sus circunstancias y a una lectura certera del país y de su población, adoptaron trascendentales decisiones:

En lugar de dedicarnos a formar guerrilleros, soldados y escuadrones, preparamos promotores de educación, de salud, y se fueron levantando las bases de la autonomía que hoy maravilla al mundo. En lugar de construir cuarteles, mejorar nuestro armamento, levantar muros y trincheras, se levantaron escuelas, se construyeron hospitales y centros de salud, mejoramos nuestras condiciones de vida. En lugar de luchar por ocupar un lugar en el Partenón de las muertes individualizadas de abajo, elegimos construir la vida. Esto en medio de una guerra que no por sorda era menos letal.5

En efecto, más que una capacitación guerrillera, señala Baronnet, estas nuevas generaciones reciben una formación ideológica en actos políticos comunales y regionales, nacionales e internacionales. Su socialización política se vincula en los procesos autogestionarios de sus pueblos, ya que desde niños crecieron en ambientes de guerra, del propio Estado Mexicano y de grupos paramilitares.6

En decisiones heterodoxas o que van en contra del sentido común de quienes surgieron como una guerrilla y con un arsenal teórico-político de raigambre marxista-leninista, pareciera que eligieron transitar por una vía inédita en los anales de las luchas populares en que la consigna primordial era luchar por la patria o morir y que ahora cambiaba en luchar por la patria es vivir; o aquella célebre consigna “Patria o muerte” se trastoca en “Patria y vida”.

Una nueva generación no nace de manera espontánea, su alumbramiento requiere un largo proceso, una larga y meditada toma de decisiones de quienes asumieron un papel inicial y protagónico pero que tendrán un rol diferente al que se habían propuesto. Los Tachos y los Moisés, las Ramonas y las Esther se formaron como guerrilleros(as) y, en el fragor de la batalla le declararon la guerra al supremo gobierno. ¿Cómo cambiar o trastocar ese papel inicial como guerrilleros, milicianos de tiempo completo y preparados para morir o matar? ¿Cómo trastocar esa lógica infernal de una guerra irregular con tácticas y estrategia militares, con la formación de cuadros clandestinos en campo y ciudad? El camino elegido implicó tareas titánicas y complejas en una nueva salud y agronomía, en una nueva justicia y nueva educación. Esta tarea, la educativa, será fundamental en ese cambio de estafeta, en ese tránsito de lo viejo a lo nuevo, de una mentalidad guerrera a una de construcción de escuelas y hospitales, centros deportivos y comercialización de café y miel, en suma, gobiernos autónomos.

En la educación nueva los zapatistas demostrarán que es posible transformar la mentalidad y costumbres arraigadas a nuevas formas de pensar y derrumbar mitos e ideas acerca del destino manifiesto de los pueblos. Si bien en la educación en general surgirán cuadros militantes y una nueva intelectualidad indígena, esa transformación se verificará sobre todo en las mujeres. La transformación en hábitos, costumbres y tradiciones en las mujeres será la prueba del añejo de una genuina revolución. En la antigua tradición militante de una izquierda marxista ortodoxa, el cambio de status femenino se vería ya cumplidas las metas de la revolución, en una avanzada fase del proceso. Los y las zapatistas quemaron etapas, en su resistencia y rebeldía, y no tuvieron la paciencia necesaria, ya tenían cinco siglos de espera, a que hubiese condiciones revolucionarias en donde la condición femenina trascendiera el status impuesto por el capitalismo y el sistema neoliberal imperante.

 Sin datos de autoría. Extraída de: https://www.revistadefrente.cl/

¿Qué fase de su corta existencia recorren hoy, 2024, los zapatistas?

Los caracoles y las Juntas de Buen Gobierno, JBG, cumplieron una etapa y hoy dan paso a nuevas iniciativas que trastocan toda la organización de los pueblos sean zapatistas o no. El Subcomandante Insurgente Moisés lo explica de la siguiente manera: “Como se podrá ver en la práctica, el Mando y Coordinación de la Autonomía se ha trasladado de las JBG y MAREZ (Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas) a los pueblos y comunidades, a los GAL. Las zonas (ACGAZ) y las regiones (CGAZ) están mandadas por los pueblos, deben rendir cuentas a los pueblos y buscar la forma de cumplir con sus necesidades en Salud, Educación, Justicia, Alimentación y las que se presenten por emergencias ocasionadas por desastres naturales, pandemias, crímenes, invasiones, guerras, y las demás desgracias que depare el sistema capitalista.

“Se ha reorganizado la estructura y disposición del EZLN de modo de aumentar la defensa y seguridad de los poblados y de la madre tierra en caso de agresiones, ataques, epidemias, invasión de empresas depredadoras de la naturaleza, ocupaciones militares parciales o totales, catástrofes naturales y guerras nucleares. Nos hemos preparado para que sobrevivan nuestros pueblos, incluso aislados unos de otros.

“La autonomía zapatista sigue y avanza, que pensamos que estará así mejor para los pueblos, comunidades, parajes, barrios, colonias, ejidos y rancherías donde viven, es decir, luchan las bases de apoyo zapatistas. Y que ha sido su decisión de ellos, tomando en cuenta sus ideas y propuestas, sus críticas y autocríticas. También, como se irá viendo, es que esta nueva etapa de la autonomía se hace para enfrentar lo peor de la Hidra, su bestialidad más infame y su locura destructiva. Sus guerras e invasiones empresariales y militares.

“No existen para nosotros fronteras ni geografías lejanas. Todo lo que pasa en cualquier rincón del planeta nos afecta e incumbe, nos preocupa y duele. En la medida de nuestras muy pequeñas fuerzas, apoyaremos a seres humanos en desgracia… sabemos comprender el sufrimiento, el dolor, la pena y la digna rabia que provoca el sistema”.

El común y la no propiedad

“En alguna ocasión pasada, hará ya algunos años, dice el ahora capitán, los pueblos zapatistas se explicaban la lucha de “como mujeres que somos” señalando, no una cuestión de mera voluntad, disposición o estudio, sino la base material que hizo posible ese cambio: la independencia económica de las mujeres zapatistas. Y no se referían a tener empleo y salario o a la limosna en monedas con que los gobiernos de todo el espectro político compran votos y adhesiones. Señalaban al trabajo colectivo como la tierra fértil para ese cambio. Es decir, el trabajo organizado que no tenía como destino el bienestar individual, sino el del grupo. No se trataba sólo de juntarse para las artesanías, el comercio, la cría del ganado, o la siembra y la cosecha de maíz, café, hortalizas. También, y, tal vez, sobre todo, a los espacios propios de ellas, sin varones. Imaginen lo que en esos tiempos y lugares hablaban y hablan entre ellas: sus dolores, sus rabias, sus ideas, sus propuestas, sus sueños.

“No abundaré más sobre ello -las compañeras tienen su propia voz, historia y destino-. Sólo lo menciono porque queda por conocer cuál es la base material sobre la que se construirá la nueva etapa que han decidido las comunidades zapatistas. La nueva iniciativa, como la catalogarían los de fuera. Oigamos la voz del subcomandante Moisés en esta fase”:

El camino de la memoria

Entonces pues pensamos, recordamos en cómo era antes. Lo hablamos a nuestros anteriores. Les preguntamos si antes era así. Les preguntamos que nos digan si siempre hubo la oscuridad, la muerte, la destrucción. De dónde vino pues esa idea del mundo. Cómo es que se chingó todo. Pensamos que si sabemos cuándo y cómo se perdió la luz, el buen pensamiento, el saber cabal qué es lo bueno y qué es lo malo, pues entonces tal vez podemos encontrar eso y con eso luchar porque se vuelva todo cabal, como debe de ser, respetando la vida… Y entonces vimos cómo es que llegó eso y lo vimos que vino con la propiedad privada. Y que no se trata de cambiarle el nombre y decir que hay propiedad ejidal o pequeña propiedad o propiedad federal.

El viejo nuevo camino

¿Cómo ha sido en nuestra historia de lucha eso que dicen de “base material”? Pues primero fue la alimentación. Con la recuperación de las tierras que estaban en manos de los finqueros, se mejoró la alimentación. El hambre dejó de ser la invitada en nuestras casas. Luego, con la autonomía y el apoyo de personas que son “buena gente”, les decimos, siguió la salud. Aquí fue y es muy importante el apoyo de los doctores fraternales, que así les llamamos nosotros porque son como nuestros hermanos que nos ayudan no sólo en las enfermedades graves. También, y, sobre todo, en la preparación o sea en los conocimientos de la salud. Luego la educación. Luego el trabajo en la tierra. Luego lo que es gobierno y administración de los mismos pueblos zapatistas. Luego lo que es gobierno y convivencia pacífica con los que no son zapatistas.

La base material de esto, es decir, la forma de producción es una convivencia del trabajo individual-familiar con el trabajo colectivo. El trabajo colectivo hizo posible el despegue de las compañeras y su participación en la autonomía.

Getty Images. Sin datos de autoría. Extraída de: https://www.24horas.cl/ 

Digamos que los primeros 10 años de autonomía, es decir, del alzamiento al nacimiento de las Juntas de Buen Gobiernos, en 2003, fue de aprendizaje. Los siguientes 10 años, hasta el 2013 fueron de aprender la importancia del relevo generacional. Del 2013 a la fecha fue de constatar, criticar y autocriticar errores de funcionamiento, de administración y de ética.

En lo que sigue ahora, tendremos una etapa de aprendizaje y reajuste. O sea que tendremos muchos errores y problemas, porque no hay manual o libro que te diga cómo hacer. Tendremos muchas caídas, sí, pero nos levantaremos una y otra vez para seguir caminando. Somos zapatistas, pues.

La base material o de producción de esta etapa va a ser una combinación del trabajo individual-familiar, el colectivo y esto nuevo que llamamos “trabajo en común” o “no propiedad”.

El trabajo individual-familiar se basa en la propiedad pequeña y personal. Una persona y su familia trabajan su pedazo de tierra, su tiendita, su móvil, su ganado. La ganancia o el beneficio es para esa familia.

El trabajo colectivo se basa en el acuerdo entre compañeras y/o compañeras para hacer un trabajo en tierra de colectivo (asignada así desde antes de la guerra y ensanchada después de la guerra). Se reparten los trabajos de acuerdo con el tiempo, capacidad y disposición. La ganancia o beneficio es para el colectivo. Se suele usar para fiestas, movilizaciones, adquisición de equipos para salud, capacitación de promotores de salud y educación, y para los movimientos y manutención de autoridades y comisiones autónomas.

El trabajo común empieza, ahora, en la tenencia de la tierra. Una porción de las tierras recuperadas se declara como de “trabajo común”. Es decir, no está parcelada y no es propiedad de nadie, ni pequeña, ni mediana, ni gran propiedad. Esa tierra no es de nadie, no tiene dueño. Y, de acuerdo con las comunidades cercanas, se “presta” mutuamente esa tierra para trabajarla. No se puede vender ni comprar. No se puede usar para producción, trasiego o consumo de narcóticos.

El trabajo se hace por “turnos” acordados con los GALs y los hermanos no zapatistas. El beneficio o ganancia es para quienes trabajan, pero la propiedad no es, es una no propiedad que se usa en común. No importa si eres zapatista, partidista, católico, evangélico, presbiteriano, ateo, judío, musulmán, negro, blanco, oscuro, amarillo, rojo, mujer, hombre, otroa. Puedes trabajar la tierra en común, con el acuerdo de los GALs, CGAL y ACGal, por pueblo, región o zona, que son quienes controlan que se cumpla con las reglas de uso común. Todo lo que sirva al bien común, nada que vaya contra el bien común.

Una compartición mundial: la gira por la vida

Unas hectáreas de esa No-Propiedad se va a proponer a los pueblos hermanos de otras geografías del mundo. Los vamos a invitar para que vengan y trabajen esas tierras, con sus propias manos y conocimientos. ¿Qué pasa si no saben trabajar la tierra? Pues las compañeras y compañeros zapatistas les enseñan cómo, y sus tiempos de la tierra, y sus cuidados. Creemos que es importante saber trabajar la tierra, es decir, saber respetarla. No creo que le haga daño a nadie que, así como estudia y aprenden en laboratorios y centros de investigación, también estudie y aprenda el trabajo del campo. Y todavía más mejor si esos pueblos hermanos tienen conocimientos y modo de trabajar la tierra y nos traen esos conocimientos y modos y así también aprendemos nosotros. Es como una compartición, pero no sólo palabras, sino que en la práctica.

No necesitamos que nos vengan a explicar la explotación, porque nosotros la vivimos desde hace siglos. Tampoco que nos vengan a decir que hay que morirse para conseguir la libertad. Eso lo sabemos y lo practicamos todos los días desde hace cientos de años. Lo que sí es bienvenido es el conocimiento y la práctica para la vida.

Mira, la delegación (zapatista) que fue a Europa aprendió muchas cosas, pero la más importante que la aprendimos es que hay muchas personas, grupos, colectivos, organizaciones que están buscando la forma de luchar por la vida. Tienen otro color, otra lengua, otra costumbre, otra cultura, otro modo. Pero tienen lo mismo que nosotros, que es el corazón de lucha.

Agencia Reforma. Sin datos de autoría. Extraída de:  https://www.am.com.mx 

No están buscando quién es más mejor, o que les den un lugar en los malos gobiernos. Están buscando curar el mundo. Y sí, son muy diferentes entre ellos. Pero son iguales, o más bien somos iguales. Porque queremos realmente construir otra cosa, y esa cosa es la libertad. O sea, la vida…

¿Qué sigue después? Bueno, cada quien va construyendo su idea, su pensamiento, su plan de qué es mejor. Y cada quien tal vez tiene un pensamiento diferente y un modo distinto. Y eso hay que respetar. Porque es en la práctica organizada donde cada quien ve qué sí resulta y qué no. O sea que no hay recetas o manuales, porque lo que sirve para uno, tal vez no sirve para otro. El “común” mundial es la compartición de historias, de conocimientos, de luchas.

O sea que, como quien dice, sigue el viaje por la vida. Por la lucha, pues.

Por último, es importante decir que, en la actualidad, México padece una grave crisis estructural, agudizada por la actual clase en el poder que encabeza López Obrador, fallido mandatario que prometió cambios y reformas y que hoy es figura primordial del colapso económico-político social mexicano. En este calamitoso escenario, el estado de Chiapas, al borde de una guerra civil, es asolado por el llamado crimen organizado, con un gobernante que alienta y solapa a bandas paramilitares en alianza con el narcotráfico. Comunidades originarias viven a salto de mata ante el flagelo de militares, paramilitares y policías. A pesar de tal caos, como prueba de su fortaleza, el EZLN avanza en un proceso inédito de autonomía comunitaria y promueve audaces iniciativas que prefiguran la utopía y, en ella, eso que vislumbran como trabajo común.


Notas

  1. Vid. Enlace Zapatista, “Entre la luz y la sombra”. ↩︎
  2. Comunicados del EZLN del 21 de diciembre de 2012 al 14 de febrero de 2013, p. 21. ↩︎
  3. Ibíd., p. 23. ↩︎
  4. Enlace zapatista, “Entre la luz y la sombra”, p. 15. ↩︎
  5. Ibíd, p. 16. ↩︎
  6. Vid. Baronnet, Bruno. Autonomía y educación indígena. ↩︎

Foto de encabezado: Yoray Liberman (Getty Images). Extraída de: https://elpais.com/.

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