En la piel propia

En ese momento se daba cuenta de que tenía el corazón en el brazo. El hígado podía estar por cualquier lado. Todo lo demás, también. El estómago era lo que le dolía. El retorcijón en la pierna, a la altura del muslo, la agarraba desprevenida cada vez. Aunque, sin dudas, era muchísimo mejor que el … Sigue leyendo En la piel propia