Todas las canciones que se vuelven exitosas o populares son – o fueron-, de alguna u otra manera, oportunistas. Pero con temas de corte “político” se nos vuelve patente y molesto. La canción – ¿popular? – de protesta o denuncia contemporánea siempre se me hace interpretada de forma exagerada. O se le cree demasiado (los fans creen que René 13 es de verdad revolucionario), o se la critica demasiado por simplista y/o ingenua. ¿Qué tan complejo se puede ser en una canción? A veces pienso que un tema de Zitarrosa, si fuese escrito hoy en día, sonaría tremendamente berreta. Creo que eso me pasa con Manu Chao, Calle 13, Ska-p y ahora la Catalina. Pero tal vez sea una exigencia muy pesada el pretender que los artistas sean intelectuales (exigencia que deberíamos pretender de los políticos cuyos argumentos son igual o peor de simplistas que el cancionero popular). En un plan comparativo una canción es simplista en relación a una nota de prensa, y esta es simplista en relación a un ensayo y así sucesivamente con el libro, la investigación, etc. Hay una especie de competencia del tipo “quién la tiene más grande” en torno a los discursos más o menos complejos. Como si lo complejo, de por sí, fuese verdadero. Y tengo la sensación de que cuando se apela a “lo complejo” se remite a un más allá donde se encontraría esa verdad compleja, un más allá sugerido pero nunca enunciado explícitamente en las denuncias contra lo simple.

¿Cuáles son las verdaderas causas complejas de la violencia?

La creencia en la responsabilidad individual que dicta que cada uno es libre y por lo tanto condenable por sus propios actos es considerada simplista por las visiones más bien “de izquierda”, que proponen causas estructurales donde las circunstancias hacen al sujeto, según relaciones de dominación y opresión como la diferencia de clases, por ejemplo. Esto me hace pensar en la parte que dice “Yo soy el error de la sociedad/soy el plan perfecto, que ha salido mal”, porque si bien se sitúa a la izquierda del discurso (al responsabilizar a la mano invisible del neoliberalismo), hasta donde se, la izquierda nunca supo qué hacer con los desclasados, con el que no era un compañero trabajador. Recuerdo escuchar algún amigo comunista puteando a un loco que pedía monedas en un semáforo, “lumpen de mierda” (capaz algún otro amigo marxista pueda iluminarme este asunto mejor). Porque en circunstancias de igualdad (supongamos un estado sin propiedad privada ni clases sociales) el individuo sí es dueño de sus actos, es decir, condenable por los mismos. Y ahí podrían aparecer otros a juzgar este discurso de simplón, un ejemplo serían los psicoanalistas, que dirían que acá no se consideran las pulsiones inconscientes de los individuos, las represiones y el mal estar de la cultura que lo llevan inexorablemente a la violencia.

¿Quién es “yo” y quién es “vos” en el cuplé de la catalina? Cuando lo escuché por primera vez, “live at el Campus”, el tema me produjo esa cosa que le dicen “desautomatización” (yo he ido al Estadio y he cantado unas cuántas barbaridades, sin tomar real conciencia de ello).

Con el video pude constatar algunas cosas. La primera parte de la letra podría pertenecer perfectamente a una hinchada, vista la forma y el contenido (esto es una obviedad, sí). “Yo” es el hincha de un cuadro y “vos” es el del otro.

“Vengo de las cabezas soy una banda descontrolada/hoy no me cabe nada, vas a correr porque sos cagón./ Son todos unos putos,unos amargos, unos buchones/ llaman a los botones, vinieron todos se quedan dos./ Hoy vas a correr, porque sos cagón, / con el culo roto, porque mando yo”.

Sin embargo a partir de los versos siguientes cambian radicalmente el contenido y la forma (que se queda sólo con el aspecto musical y rítmico). Es decir, la voz narradora revela que hay un autor (un intelectual, como José Hernández autor de “Aquí me pongo a cantar al compás de la vigüela”, narrado por un pariente Martín) que intentaba ser transparente en las primeras estrofas en las que se hacía pasar por un “sub-alterno”. Expresiones como “sistema”, “mercado” o “linaje acumulativo” no forman parte del léxico de ninguna hinchada del mundo, salvo quizás en alguna película de The Monty Pythons (además un lumpen por definición no tiene conciencia de clase, y en este tema el “yo” parece tenerla clarita)

A partir de la visualización del video clip el “yo” de la letra unifica a los hinchas (antes divididos y enfrentados) con los delincuentes y los policías. Son parte de una misma categoría que podría llamarse “los violentados violentos”. Ese es uno de los mensajes de la canción, es decir, que nadie es violento porque sí. Muchos pensadores creen lo mismo, pero en vez de entender sus textos como portadores de un “mensaje”, lo consideramos una “hipótesis”.

Es un aporte exclusivo del video el igualar hincha-policía, pues la letra solo une hincha-delincuente y lo enfrenta a la policía. En ese sentido la obra se divide en imagen y letra. Mientras que la letra al ponerse sociológica y arqueológica empieza a señalar las causas de esa violencia, sus orígenes; las imágenes sólo muestran la consecuencia violenta a través de enfrentamientos entre ellos (policías, hinchas y delincuentes, que son lo mismo). El video nunca coincide con el “vos” de la letra, que corresponde a un tercer protagonista que no es ni el hincha ni el policía ni el delincuente, sino la víctima de este último: el robado, rapiñado, violentado, ese es el nuevo “vos”, el espectador del video que para peor es interpelado y responsabilizado: “Vos me despreciás, vos me buchonéas, pero fisurado, me necesitás”.

Leo y leo estos últimos versos y ya no entiendo cómo hace un rato consideraba que este tema era simplista. Capaz me apresuré y me deje llevar por un prejuicio contra lo popular, contra el carnaval y contra cualquier cosa que pueda salir en la tele. Pero el tema no propone soluciones, y aunque algunos lo consideren meramente descriptivo, es, además, crítico. Porque no se trata de una apología de la violencia, me parece, sino más bien de una lectura ideológica de la misma, es decir, muestra lo que normalmente se nos oculta. Eso no debe ser interpretado como una justificación, sino como un análisis más bien global que pone al violento y al no violento en un mundo de responsabilidades compartidas. Podemos decir que eso que por lo general se nos oculta ya lo sabemos todos, que es retrillado, es cierto, y eso muestra simplemente el cinismo en el que vivimos. Sabemos que al comprar algunas sustancias financiamos una cadena de violencia jodida, pero seguimos adelante. No sé si el cuplé es oportunista, pero sí me parece que es oportuno.

¿Ejemplos de canciones “políticas” que se no se consideren ingenuas o simplonas o falsas?

Jorge Fierro

Jorge Fierro escribió este texto en su perfil de Facebook y no me alcanzó con poner «me gusta» o hacer un comentario sagaz. Lo publiqué aquí con su título original y sin editarlo. Gracias Jorge. El tema resurgió porque la murga hizo un video en 2013 con el cuplé del Carnaval 2011. Soledad Platero escribió sobre el cuplé durante aquel carnaval.