El Sudaca Renegau nos narró hace poco un extraño fenómeno: cansado de caminar por la ciudad de La Plata el hombre se sentó en una piedra.
Él dice que apenas se sentó empezó a escuchar unas voces que decían cosas terribles.
Pues bien, el fenómeno se está propagando por el Río de la Plata, querido Sudaca, porque ayer me pasó lo mismo en la parada del ómnibus.
Fue en Rivera y Propios. Hace mucho que esa pared tiene un dibujo, apenas un recuadro negro con el contorno de una cabeza aparentemente humana en blanco. Las primeras veces que lo vi tuvo un efecto perturbador, pero con el tiempo me fui acostumbrando.
Por eso no presté atención a las transformaciones del dibujo. Hasta que empecé a escuchar una voz que persistentemente se dirigía a mí. Empezaba con un «Che gordito…» y seguía con un interminable rosario de puteadas que no podría reproducir aquí.
Algún gracioso le dio forma humana a la mancha con una barba ridícula, un peinado espantoso, unos lentes intimidantes y un bigote de otra época.
Parece un fantasma que se va corporizando y adquiriendo rasgos y accesorios.
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El mural puteador es terrible. Alejadro, no deje que lo tomen de punto.
He decidido inaugurar una nueva pestaña en el blog Sudakia. Tal vez se llame «afanos». Allí irán las cosas que no me han llegado como regalo y que cual anarquista expropiador he decidido que vale la pena socializar, o más bien, ampliar sus posibilidades de difusión.
Cuídese entonces, tanto de los murales puteadores como de los choreos copy/paste a mano armada.
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Yo lo choreo a usted, usted me chorea a mi, y así vamos por el mundo expropiando y socializando. Arriba el copy/paste
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PD: Disculpe Alejandro que lo moleste nuevamente, pero he identificado al Sr. puteador: es el Dr. Tangalanga
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Será el espíritu del viejo nomás, qué lo parió
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