Me encuentro con el Acústico que grabó Lenine para MTV en 2006. Dos hallazgos: “Miedo” de Pedro Guerra y Lenine (que en el recital es mano a mano con Julieta Venegas) y “A ponte”. El primero es el tema 5 del disco Ofrenda (2001) de Pedro Guerra. La segunda abre el disco O dia em que faremos contato (1997) de Lenine. En la versión para MTV Lenine invitó al rapero Gog que entra en la mitad de la canción y la rompe.

Me gustó esta estrofa:

A ponte não é de concreto, não é de ferro

Não é de cimento

A ponte é até onde vai o meu pensamento

A ponte não é para ir nem pra voltar

A ponte é somente pra atravessar

Caminhar sobre as águas desse momento

El último en particular me hizo pensar el narrador-protagonista de Los ríos profundos (1958) de José María Arguedas. El puente que quiere hacer no es de concreto, ni de hierro, es el que intenta hacer en un mundo -el colegio, Perú- que él percibe partido en dos (quechua-español). El puente le permite al narrador protagonista caminar sobre las aguas de ese momento, intentar unir en él sus dos mundos.

Siempre me pareció muy buena la metáfora en la novela y la canción de Lenine lo arranca de la realización material (concreto y hierro), lo vuelve lo que es, el símbolo de un tránsito, de un pasar de un lugar a otro, de habitar dos lugares que el puente ayuda a conectar, como si fuera una frontera.

Mientras pensaba en esto, en los puentes, en Lenine, en Arguedas, me encontré con otra canción. Una de Kevin Johansen que se llama “Vecinos” y que hace referencia a la relación de los argentinos con los uruguayos y viceversa. Es la canción número 6 del disco Bi (2012) que precisamente es un disco doble, partido en dos, que tiene en la tapa una foto de sus padres (ella argentina, él norteamericano), como si el disco fuera un puente para unir ese legado doble.

Me detengo en estos versos: “Y si querés un puente, te lo doy / y si querés un puente, dámelo / y si querés un puente dámelo / y si querés un puente te lo doy”. Con los puentes cortados o con los puentes abiertos, la canción intenta sustituir el concreto y el hierro, crearnos un puente y ser recíprocos, un puente que nos permita ir y venir en ese mirarnos en el espejo.

Debo haber leído la novela de Arguedas seis o siete veces pero recién ahora me doy cuenta de la fuerza de la metáfora y sobre todo de lo necesarios que son los puentes para comprender quién es que está del otro lado.

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