I
Hoy es 26 de abril, se conmemoran 80 años del bombardeo de Guernica. En mi memoria Guernica son dos reproducciones del cuadro de Picasso que estuvieron en casa a instancias de mi padre: una en un pequeño cuadrito de madera sin vidrio ni nada, y otra que mi madre aceptó colgar en el living de nuestra casa en la Unión, mucho más pituca. El cuadro representa el horror de la guerra civil española, si eso fuera posible, condensado en el bombardeo de Guernica. Lo que los ojos bien abiertos del ángel de la historia ven, las pilas de ruinas que el progreso deja a su paso. Es como si Picasso ilustrara las tesis de la historia de Walter Benjamin.
II
No sabía que estaba escribiendo, pocos tiempo antes de su muerte, “Guerra civil, exilio, franquismo. Recuerdos de mis años mozos, 1936-1975”, con algunas historias que escuché de adolescente y forman parte de mis memorias. Lo dejó prolijamente impreso con una tapa verde en la que hay una foto suya y un subtítulo más “Recordando Guernica”, con otra reproducción del cuadro de Picasso.
III
En el “Prólogo” escribiste:
Fueron años duros, de enfrentamientos, de aviones que vomitaban bombas, de hambre, de desamparo, de incertibumbre sobre el destino de nuestos padres y hermanos. Perdí a mi madre y ví, antes de volver a Bilbao, como expulsaban de Bayona a mi padre hacia el norte de Francia, justo en el momento que la invadían los nazis por Bélgica.
Fueron años de dictadura, de profunda vergüenza al tener que edilgarme el uniforme del Frente de Juventudes con las flechas falangistas y asistir a actos en los que denigraban al gobierno vasco y acusaban a sus gudaris de haber quemado Guernica, de tener que tragar ideas y convicciones al convivir con mi familia monárquica en Bilbao que me acogió como un hijo más entre mis primos, pero que expresaba continuamente las bondades de una guerra y de un régimen insoportable.
IV
Hoy es 26 de abril, se conmemoran 80 años del bombardeo de Guernica, y me doy cuenta que el cuadro de Picasso que mi viejo insistía en colgar en su trabajo y en casa, remitía a su memoria de la guerra.
V
Ahora entiendo por qué el cuadro debía estar en casa, por qué era tan importante que supieramos que una ciudad había sido destruida y 1500 personas asesinadas bajo una lluvia de bombas de 500 kilos y 3000 proyectiles incendiarios de aluminio.
Pronto llegaron los bombardeos a la zona industrial y, por carambola, al otro lado del Nervión, nuestra zona, que mi abuelo desafiaba con sus paseos mientras el resto de la familia se refugiaba en el sótano de casa, bajo la terraza cubierta de sacos de arena, que pensábamos amortiguarían el impacto de las bombas. Una cayó a unos trescientos metros de la casa, junto a la ermita de Santa Ana, y yo, muerto de miedo, la oi silbar desde una zanja abierta en el jardín. Luego supe que cuando oís el silbido de un proyectil es seguro que no te da, por aquello de las velocidades del proyectil y del sonido.
VI
El presidente español Mariano Rajoy está en Montevideo en estos días. En abril del año pasado, y en otras oportunidades, se ha referido a la Guerra Civil. El periodista Jordi Évole le preguntó: “¿Le parece de sentido común que en 2016 miles de españoles no sepan todavía dónde están enterrados sus abuelos?”.La respuesta de Rajoy fue: “A mí me gustaría que todo el mundo supiera dónde están enterrados sus abuelos, pero no, no tengo claro que sea cierto eso que usted me dice, ni que pueda hacer nada el Gobierno para arreglarlo”. Y luego concluyó: “Sí, hay mucha gente que evidentemente no lo sabe, claro, después de lo que ocurrió en España hace años, lo que me parece más de sentido común es que intentemos que cosas de esas no se vuelvan a repetir en el futuro y no estando dándole vueltas de manera continuada al pasado”. Ahora entiendo porque mi viejo odiaba a los del PP.
Alejandro Gortázar