¿Por qué es importante la educación sexual integral (ESI) a tiempo?

En estas coordenadas estamos asistiendo a las narraciones más tétricas de violaciones de varones (solos o en grupo) hacia mujeres, algo que no es nuevo, y sigue siendo un producto social evadido por las políticas de estado. En ese vacío, es adecuada la pregunta, ¿quién se hace cargo de las violaciones?, y ¿cómo abordarlas de modo que puedan orientarnos a transformaciones sustanciales y no a parches sociales?, preguntas que nos van a mover hacia la búsqueda.

Revisar nuestras prácticas con otrxs es un ejercicio cotidiano y fundamental, ahora… no todos los varones acceden a ello: ¿por qué?, ¿acaso no entienden el daño irreparable que infringen? Si, muchas veces se dan cuenta de ello, pero a contrasentido se enseñan otros valores. No obstante, los modelos de educación sexual que existen son nulos, de alguna manera la práctica violatoria tiene su germen más evidente en la pornografía: los varones se inician en la vida sexual teniendo como modelo el sexo violento, humillante y objetual hacia las mujeres, de rendimiento, eyaculatorio. Eso es una vida de éxito sexual en nuestras sociedades.

Jóvenes -de cualquier identidad sexo-genérica- se han iniciado en su vida sexual teniendo el eje y la órbita en la pornografía más clásica, desde la curiosidad hasta el aprendizaje la juventud se ha construido en la base de ese ideal que marca un claro desnivel en lo que corresponde los géneros. Cuando nadie te explica nada pero todos lo hacen, el sexo se vuelve tabú y la pornografía la primera guía de la sexualidad.

Hagamos este ejercicio, pensemos cómo encara el porno mainstream (hegemónico/tradicional) los siguientes temas:

  • La masculinidad y la femineidad: qué pueden y deben hacer cada uno de los roles de género. Lo pasivo y lo activo, quién domina y quién es dominadx.
  • El deseo: ¿existe?, ¿qué se desea efectivamente allí?
  • El consentimiento: no hay contrato de nada, el sexo se reduce a la penetración.
  • El dolor: y… a veces duele, ¡aprendé a disfrutar así! He allí el mensaje.
  • El autocuidado y cuidado de otres
  • El rendimiento sexual: poner, sacar y así hasta acabar.
  • El diálogo: si se cog* no se habla.
  • Uso de métodos de prevención de ITS: todo mágico, en una de esas capaz aparece colocado en el pene.

Esta es la guía de sexualidad a la que acceden las juventudes, desmontar esa educación que hace de varones unas máquinas y de mujeres unos agujeros sin deseo es un desafío cultural y político. Dónde hay vacío de explicaciones, de llamar a las cosas por su nombre, se instala un discurso y un imaginario que orienta a lxs jóvenes a practicar y reproducir una y otra vez estos modos. Sobre todo aquellos varones que hacen realidad aquella ficción de la pantalla, que ensayan una y otra vez la dominación y el rendimiento. Cuando se entrecruza el sexo con el mandato de masculinidad, la práctica violenta no tarda en verse. Y en última instancia muchos de ellos creen que hacen lo correcto porque es así como les gusta a ellas.

No es extraño que escuchemos que niños preadolescentes quieran “ponerla”, “romper la/el conch*/c*lo”, “que le chupen la…”,“cog*rse a tres, a cuatro, a todas” porque eso es el sexo. O que también el deseo se oriente por parte de adultos a niñas, jovencitas, hijas como un modo de “amor” que es abuso y pedofilia. En el porno el varón nunca sufre, sino que es una máquina al servicio de otros, sin sentimientos.

No tener un espacio de ESI es dejar lugar para promover el abismo violatorio, sumado a una educación de macho patriarcal, de hombre heterosexual dominador, de patriarca proveedor. Veamos que en las violaciones no hay distinción de clase, de etnia, de edad, incluso muchas veces de orientación del deseo. ¿Qué hay en común? Que hablamos de varones y que es clara la ausencia de un proceso de educación sexual integral que forme en el placer y deseo consentido. Los varones conocen su cuerpo por el pene, y así van a la guerra. No son enfermos, ni monstruos, ni locos, son hombres cis que han sido dados al abandono, es decir, no son víctimas pero son los efectos de una sociedad alienada.

Tampoco seamos tan ingenuxs y mecanicistas de creer que el varón que ve porno es violador, entre acto y representación hay una distancia. El punto es ¿qué nos está pasando que esa distancia cada vez se acerca más a la superposición? Da escalofríos ver cómo varones muy jóvenes e inexperientes en la vida social y erótica se inician en la sexualidad con prácticas de este tenor, en grupo. Pues el poder se aprende desde muy pequeños, la dominancia del espacio y de los cuerpos también, por tanto la jerarquía como diferencia y poder de destrucción es un rasgo del varón masculino.

Por último, es interesante ver cómo otros varones amenazan y les desean a los violadores lo peor en la cárcel (como que los violen), marcando un acto de repudio, rechazo y hasta justicia social, con golpes, insultos y diversidad de performances. Esos mismos que se ponen ciudadanos moralistas, buenos hombres que cuidan, son tantas veces violatorios con las enseñanzas que dan a lxs pequeñxs, con el mensaje social que generan, o incluso con el doble discurso. En este punto ya la cuestión dejó de ser un tema de psiquis individual y pasó a ser un problema comunitario. Algo es claro, los violadores no desaparecerán si la vida no tiene otro sentido comunal y de cuidado, donde se enseñe una pedagogía del cuidado amoroso.

Creo que la ESI es eso, un modo pedagógico de crear lazos de fortaleza comunitaria.


Foto de encabezado: «El violador eres tú (Santiago, Región Metropolitana, Chile)» (2019) de Carlos Figueroa Rojas – Own work, CC BY-SA 4.0