I

Una madre toma una micro desde su pueblo hasta el Parque O’Higgins, en Santiago de Chile. La micro se demora más de una hora y quince minutos en llegar a su destino. Desde Malloco pasa a Calera de Tango, después a San Bernardo, después a la Panamericana y después conejea hasta llegar a la Estación Central. En ese conejeo pasa por el parque. La madre se baja.

II

La madre no tiene paciencia. Llama desde su celular al hijo, que está en el trabajo, escribiendo comunicados de prensa, revisando bases de datos y escuchando música. Él sabe que su madre es puntual, pero se quiere tomar las cosas con relajo. La llamada es respondida y el hijo no sabe cómo decir que aún está en la oficina, pero que se irá rápido hasta allá. Si dice de forma explícita que su jornada de trabajo ya terminó, es probable que la madre diga: por Dios, y luego corte el teléfono. Si dice que se irá en un taxi, la madre se enojará, porque para ella ese es un gasto innecesario y le enrostrará la comodidad al hijo.

III

El taxi se detiene en Ahumada con la Alameda. El hijo le dice al conductor que doble en Nataniel Cox hasta Avenida Matta y luego hasta el Parque O’Higgins. El conductor le advierte que es la hora del taco y luego le pregunta: ¿va al concierto de Paul McCartney?

IV

El hijo se baja del taxi y camina hasta el punto de encuentro. A más de 100 metros de distancia, ya puede notar la cara larga de la madre, por lo que decide llegar con el discurso de un accidente en la ruta. Menos mal que usted iba a llegar a las 6, oiga, dice ella. No sabe nada, mamá, estaba la tremenda cagada en Nataniel con Matta, parece que hubo un accidente, con muertos.

V

Después de una hora y un poco más, la madre deja el enojo de lado y comienza a fascinarse con lo que está pasando en ese momento en las afueras del recinto, en donde tocará Paul McCartney dentro de un rato. La madre se pone a conversar con un joven que lleva puesto un cintillo que dice «Band on the Run». El joven ha venido desde Talca para ver a Paul. Ella los presenta. Él es mi hijo, le dice. El hijo saluda al joven talquino. Mucho gusto.

VI

La madre está preocupada porque la fila empieza a avanzar. La gente comenta que los guardias están botando botellas de todo tipo en la entrada, se prohíbe el ingreso de estas al interior del Movistar Arena. La madre ha traído un termo con té desde su casa. Es de más de un litro, rojo, tapa negra, retro, de esos bien pesados. El hijo le dice que cómo es posible que haya traído un termo, que es obvio que no la dejarán entrar con eso. Ella lo mira, muy seria.

VII

Madre e hijo llegan al momento del corte de las entradas y posterior revisión física. Una mujer revisa a la madre. Un hombre revisa al hijo. ¿Qué lleva en el bolso, señora?, pregunta la mujer. Un termo con té, responde. La guardia le dice, con la voz bien alzada, que no puede entrar con eso. Pasa que si no tomo té a la hora que lo hago siempre puedo tener problemas por la diabetes, explica la madre. Bueno, tómeselo ahora entonces, me deja el termo aquí, y a la salida lo pide en el módulo de atención al cliente, replica la guardia. La madre, muy seria, acepta. Se toma el té, con relativa calma, y esboza una sonrisa a la guardia. El té parece estar muy caliente, así que el hijo le recomienda que le eche encima agua helada. ¿Usted está loco?, le dice, y pone cara de ofendida, cara de una mujer de carácter que jamás apuraría el ritual de tomarse un té caliente. Pasan varios minutos. Se arregla, se pinta los labios y luego le da el termo a la guardia. Le agradece con una sonrisa, pero luego murmulla una puteada. El hijo solo la mira.

VIII

El ambiente es de felicidad absoluta. Todos ríen y conversan animadamente. Madre e hijo están en platea alta. Al lado izquierdo del hijo, está una mujer de Ñuñoa que ha venido sola al concierto, porque su marido está en el extranjero. Al lado derecho, está un hombre de Santiago Centro, que ha venido solo porque a su mujer no le gusta Paul McCartney. El hijo le pide al hombre que le tome una fotografía junto a su madre. El hombre acepta con buen ánimo. El hijo se acerca a su madre y la abraza para salir más juntos. El hombre dice que va a sacar varias. Las revisa y luego devuelve el celular. La segunda creo que es la mejor, por la luz, dice. Sí. Esa es. La segunda es. Es la última fotografía de madre e hijo juntos. Es un pedazo de vida iluminado. El recorte de un gran acontecimiento. Un trozo de realidad que será inmortal.

IX

La madre está silente y con los ojos brillosos. Hay algarabía entre los miles de hombres y mujeres que esperan la aparición del protagonista de la historia, que los tiene allí reunidos. El hijo está contento. Sabe que está viviendo un momento especial junto a su madre. Un momento inédito en su vida de hijo. La abraza y ella le sonríe.

X

El músico sale a escena con una chaqueta gris, camisa blanca y pantalón negro. Los gritos desbordados son la muestra del éxtasis que se vive en ese lugar. El primer comentario que lanza la madre sobre Paul McCartney esa noche es: oye, que es delgado y alto, se pasó.

XI

La madre tiene sueño esa noche, pero se mantiene intacta las casi tres horas que dura el concierto. El hijo canta poco. Se dedica más a mirar y disfrutar la experiencia que tiene ante sus ojos. Las luces y la pirotecnia de la puesta en escena del show, lo hacen sentirse aún más niño de lo que se siente en ese lugar por estar junto a su madre.

Cada tanto, el hijo le dice a la madre, de forma un tanto cargante: es bueno en vivo, ¿ah? La madre sonríe.

XII

El hijo ve durante esa noche a su madre feliz. Aunque en un momento, cuando Paul McCartney canta And I Love Her, ella desprende unas lágrimas. ¿Se emocionó, mamá? Ella sólo mueve la cabeza, respondiendo que sí.

El hijo se estremece al ver a su madre emocionada. No tiene que preguntar nada más. La madre es de esa generación para la cual The Beatles son algo de otra galaxia, algo impensado para ver en vivo y en directo. Un encuentro que tuvo una larga espera.

XII

Debe ser eso, y quizás también los recuerdos de juventud de ella con sus amigas, con sus lugares, sus amores, sus tormentos. Su poesía y su vida musicalizada por su banda favorita. Paul McCartney para ella es una bomba emotiva y una imagen que ha visto muchas veces cuando va camino al trabajo. El hijo supone que a ella alguna vez le pasó lo mismo que le suele pasar a él. Que cuando va camino al trabajo, triste o enojado por un mal día, encuentra en una canción de The Beatles una forma de esquivar la hostilidad.  

El hijo también está emocionado aquella noche. Muy emocionado. Por eso, cuando ya van de regreso a su pueblo en el auto de la madre, que ha dejado estacionado el día anterior para asegurarse un buen lugar, han sintonizado la Radio Cooperativa. Quieren escuchar los comentarios del concierto y hacer que esa noche irrepetible, sea también más larga que una noche cualquiera.


Foto de portada: Javier Valenzuela, extraída de https://rocknvivo.com

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