El 23 de agosto el portal de Clarín (el nuevo demonio gorila antiperonista) publicó, en su suplemento cultural, una nota de Eduardo Romano sobre los 100 años de la cátedra de «Literatura Argentina» de la Universidad de Buenos Aires.
Hace un siglo, el Consejo Académico de la Facultad de Filosofía y Letras (fundada en 1896) aprobaba, por iniciativa de los profesores Rafael Obligado y Manuel F. Mantilla, la creación de la cátedra de Literatura Argentina de la que se haría cargo, un año después, Ricardo Rojas (1882-1957).
Es cierto que este es un hecho que puede importar sólo a los argentinos y muy particularmente a los universitarios porteños. Pero lo cierto es que no solamente Montevideo y Buenos Aires constituyen polos de un espacio regional concreto (el Río de la Plata), con sus disputas de poder y sus ansias respectivas de centralismo, sino que comparten una historia cultural común que los moldes de las «literaturas nacionales» han opacado en general. Con esto quiero decir que estos 100 años, aunque no encuentran un equivalente en Uruguay, son también muy importantes en esta orilla del Plata.
Me parece entonces fundamental pegarse una leída al discurso de Ricardo Rojas cuando asume la cátedra en 1913 y leer allí los pilares de su proyecto más importante La literatura argentina publicada en tomos entre 1917 y 1922. Para entender un poco el contexto del discurso se puede leer este texto de Jorge Dubatti. Y con este texto de Pablo Martínez Gramuglia se puede saber un poco más de su historia de la literatura argentina.
Pero volvamos al texto de Romero porque, según su historización, cuando Rojas abandona la cátedra en 1947 «por disidencias con la intervención del primer peronismo», aunque el diseño que Rojas le había dado permaneció casi intacto. Fueron David Viñas y Noé Jitrik quienes cambiaron esta perspectiva que Romero califica como «nativista».
Viñas y Jitrik propiciaban una actitud revisionista de las letras que había surgido con las revistas Centro (1953-1954), de los estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras, y Contorno (1953-1959), claramente identificadas con la concepción sartreana del compromiso literario.
En este artículo de Romina Tribó pueden leer algo sobre el contexto y las modificaciones impuestas por quienes proponían una nueva lectura de la literatura argentina en la Cátedra.
Cuando la cosa empieza a acercarse al presente Romero invoca su experiencia personal, pero me interesa solamente lo que vino después del golpe de Estado de 1976:
Luego de la dictadura 76-83, la enseñanza (¿o el aprendizaje de todos, profesores y alumnos?) de la literatura argentina retomó aquellos cauces renovadores tanto en Literatura Argentina I, a cargo de David Viñas, como en Literatura Argentina II, en la cual Beatriz Sarlo produjo desde 1984 varias innovaciones importantes: el enfoque metacrítico que le permitía revisar diversas “lecturas de la literatura argentina”; la construcción y los desplazamientos en el sistema literario nacional; las diferencias entre una producción selecta, media y popular, para un público muy estratificado, con el respaldo de una amplia bibliografía teórica (Pierre Bourdieu, Terry Eagleton, Raymond Williams, etc.).
Viñas y Sarlo representan dos estilos o formas de entender lo literario que tienen y tendrás enormes repercusiones en la forma que tengamos de pensar la literatura en las próximas décadas. Sólo para comprender algo de estos dos grandes ensayistas, les sugiero leer este artículo de Gonzalo Aguilar sobre la crítica literaria de Viñas y un conjunto de textos sobre la revista Punto de Vista, creada y dirigida por Sarlo, Carlos Altamirano y otros. Van a leer un texto de la propia Beatriz Sarlo, otro de David Oubiña y otro que recoge las cartas de renuncia de quienes conformaron el Consejo de Dirección de la revista.
Un siglo de una cátedra, un siglo de buena crítica y teoría literaria-cultural en el Río de la Plata, un siglo no exento de conflictos, disputas y buenas ideas.