Entrevista al músico, escritor y docente Maximiliano Álvarez

Contar la plata (2017) de Maximiliano Álvarez es una novela juvenil, pero no de esas que le regalás a un joven de la familia para que le agarre el gusto a la lectura. El protagonista, un narrador veinteañero de clase media, blanco, heterosexual, con todas sus contradicciones y sus buenas intenciones, representa un mundo en el que el consumo de drogas (legales e ilegales), de pornografía y de rock, son moneda corriente. En su búsqueda de experiencias, Marcelo transita por diferentes espacios: su nuevo trabajo en una empresa que transporta valores, recitales de distinta calaña, fiestas con excesos varios, cines porno, la Facultad de Humanidades.
La estética realista que domina el relato está influenciada por escritores tan distintos como Henry Miller, Charles Bukowski, Raymond Carver, Jack Kerouac y, especialmente, Pedro Juan Gutiérrez, entre otros. Lo que puede apreciarse en las representaciones de las relaciones sexuales es que, lejos de la misoginia de un Heny Miller, rozan la cosificación del cuerpo femenino al mismo tiempo que escenifican descarnadamente las derivas del placer (masculino) y que llegan incluso a violentar “el decoro y las buenas costumbres”.
Pero el discurso de Álvarez no se agota solamente en referencias literarias, porque su narrador y sus personajes interpretan la realidad a través del rock, del porno, del cine, de los medios de comunicación. La perspectiva que se va montando en la novela, contada en primera persona, es en apariencia ingenua, pero página a página el relato va señalando contradicciones, hipocresías, pugnas, que escenifican la sociedad uruguaya contemporánea después de la crisis económica del 2002 y durante el ciclo de gobiernos del Frente Amplio.
El escritor, nacido en Montevideo en 1983, no participa del mainstream editorial, publicó su primer libro (Polimorfa, 2010) en forma artesanal, en base a los posteos de su blog (Anguila Yimeil), en el que escribe desde julio de 2005 y que acaba de retomar después de dos años de inactividad. Su segunda obra, Contar la plata, apareció bajo el sello Séverled, una editorial argentina de tiraje corto. Sus obras son compartidas en Internet con una licencia Creative Commons, que permite disfrutar y compartir la obra sin impedimentos, siempre que se atribuya la autoría y no se explote comercialmente. Le envié cuatro preguntas sencillas a Maximiliano Álvarez, que respondió por escrito amablemente. En sus respuestas podrán apreciar el modo en el que hace y piensa la literatura, además de tirar algunas pistas sobre lo que será su próximo libro.
Contame tu trayectoria, publicaste dos libros pero además participás actualmente y participaste en proyectos musicales y además sos docente…
Bueno, si, hago un poco de todo. Empecé a escribir allá por el 2005 en un blog llamado Anguila Yimeil. Ahí volcaba todo lo que se me cantaba sin demasiado filtro. El blog sigue activo pero no lo trato muy bien. En 2010 recogí lo más decente del blog y lo compilé en Polimorfa, llamada así porque el libro tiene una parte con relatos, otra parte que es un horóscopo y finalmente una selección de posteos del blog. La edición impresa de esa obra constó de 14 libros impresos y armados por mí en casa con un impresora Canon común y corriente, de esas que hoy te venden a 2000 pesos. 12 copias salieron en color negro y las otras 2 salieron en colores porque se me había acabado la tinta. Ese fue mi primer contacto con la producción editorial. Recuerdo haber agarrado un cuaderno, colocar el número de página bien grande en cada hoja para luego desarmar el cuaderno y armar el digital colocando lo números de página que quedaban en cada hoja…un delirio. Pero bueno, tenía 27 años y más tiempo que ahora. En 2016, revisé la obra y la reedité digitalmente. Un año después, publiqué Contar la plata, una novela que me llevó unos 4 años y medio de trabajo.
En el campo musical, toqué la batería en la banda Erika Chuwoki durante 7 años y actualmente estoy involucrado con la banda Empecinado Flores desde hace un par de años. También anda en la vuelta un proyecto solista llamado Kiwi T que cada tanto pide para entrar a la cancha pero lo tengo bien guardadito.
La docencia, en particular el campo de la didáctica, es mi otra pasión. Comencé como docente de inglés y, luego de una fuerte crisis vocacional allá por la época de Polimorfa, me volví docente de informática y así me gano la vida.
¿Cómo fue publicar con una editorial como SÉVERLED? ¿Por qué usas licencias Creative Commons y por qué te parece importante hacerlo?
Cuando terminé el manuscrito de Contar la plata comencé a buscar editoriales hasta que Hernán Rosencrantz de SÉVERLED se mostró interesado, leyó el manuscrito, me hizo unas sugerencias y empezamos a trabajar en el texto. Fue una dinámica de trabajo virtual. Nos encontramos una vez en Buenos Aires para acordar términos generales y el resto del proceso fue vía Facebook y Whatsapp. La experiencia fue muy grata y el trabajo de Hernán realmente mejoró toda la obra. Le metió como si fuera suya. El proceso terminó con la impresión de los libros en Argentina (realizado allá por una diferencia abismal de costos) y la presentación del mismo en un lugar llamado Hall Central que lamentablemente cerró. Durante esa presentación recuerdo que se leyeron un par de fragmentos y uno de ellos era de los más explícitos (fue lo que eligió el amigo que quiso leer) así que tuvimos que pedir que retiraran a los niños por un rato.
Otro de los motivos por los que trabajé con Séverled fue la aceptación del uso de licencias Creative Commons. Eso era condición sine qua non, y Hernán entendió mis motivos. Uso las licencias Creative Commons principalmente porque considero inconcebible que un producto artístico este tan cargado de prohibiciones que terminan consolidando a la obra como un mero bien de intercambio económico. Ese toque medio mágico, soñador, que te permite por un rato salir de la vida terrenal, muchas veces compleja, sórdida, y entrar en el universo del autor, se ve destruido por ese anuncio que dice «Prohibida su reproducción total y parcial en cualquier forma o medio, etc.». El copyright es demasiado restrictivo para lo que yo pretendo que suceda con mi obra, que es básicamente que llegue a la mayor cantidad de gente posible, tengan o no el dinero para comprar el libro. Las licencias Creative Commons a mi entender son más democráticas y legalizan una práctica común, la de compartir lo que uno conoce, que bajo la lógica del copyright es ilegal. Yo que sé, si el argumento del establishment es que quienes usan licencias libres lo hacen porque regalan su obra o cosas por el estilo, yo respondo que saqué un tiraje que se vendió por completo y puedo adelantar que este año saldrá otro tiraje mientras la obra está disponible en formato digital. Y sí, al que no la puede comprar se la regalo. Creo que, en el fondo, lo que está golpeado es el concepto de valor, y en ese sentido considero que usar licencias Creative Commons u otro tipo de licenciamiento que otorgue libertades al usuario es saber por dónde va el valor de algo.
¿Cómo definirías tu literatura? Te lo pregunto porque además de las referencias al cine y la música, por ahí también está el consumo de drogas, y también una veta de crítica social. Es como un realismo sucio, medio bukowskiano. Ya que estamos me gustaría que me cuentes qué literatura te influenció, qué escritorxs, qué estéticas te interesan
Para empezar creo que «medio bukowskiano» se puede aplicar a mi trabajo, tal vez por lo directo y a veces visceral del estilo. En ese sentido, mi lectura temprana y voraz de Bukowski (como muchos que lo descubren en su adolescencia) seguramente dejó una marca en mi estilo. No a pocos le ha sucedido que se encuentran con él y les da vuelta todo. En mi caso, cuando lo descubrí, jamás había leído algo así, tan directo, tajante, vicioso, duro pero sensible a la vez.
Sin embargo, Bukowski fue una introducción a ese mundo del realismo sucio que me llevó a mi mayor influencia dentro de ese género que es el cubano Pedro Juan Gutiérrez. Si Bukowski me sacudió de pendejo, Pedro Juan me movilizó ya de grande. Fue él quien me mostró que, entre cosas, escribir sobre sexo no tenía por qué vulgarizar una obra. Entonces yo pensé «Ah, no tengo por qué escribir “y disfrutaron uno del otro toda noche” o “consumaron su amor hasta el día siguiente”. Puedo describir todo lo que pasa en el medio, con detalle y queda bueno, atrapante. ¡Genial!» Eso me partió la cabeza de verdad.
Sobre las referencias a elementos de la cultura pop el que me mostró que estaba bueno hacer eso fue Douglas Coupland. Un día, una amiga de toda la vida, llamémosle Tanky, me prestó Planeta shampú y me despeinó. De ahí pasé a Generación X, JPOD, Microsiervos y El ladrón de chicles.
Después hay una dupla que me baja a tierra y dice «No precisa ser tan intenso» que son Haruki Murakami y Doris Lessing. Cada unx en su momento, me demostró con su escritura que no siempre tienen que estar pasando cosas y a que a veces está bueno preparar el terreno para recibir con mayor emotividad un hecho clave en la trama. Finalmente andan por ahí en la vuelta el Henry Miller más erótico, Kerouac con su ritmo frenético que a veces me posee y Carver con su dramatización de lo cotidiano. Creo que en Contar la plata se ve esa confluencia.
Contame algo de tu nuevo libro y cuándo pensás que va a publicarse
Bueno, para este año en lo literario, el plan es sacar por mayo un nuevo tiraje de «Contar la plata» y si todo sale bien, tal vez pueda salir una nueva novela a fin de año. En cuanto a esto último, te puedo adelantar que se llama Ángeles de basura y que es una continuación de Contar la plata con la aclaración de que no será necesario leer la primera para entender la última. Mi idea no es entrar en una lógica de saga ni nada por el estilo, es que simplemente cuando arranqué a escribirla, allá por mediados de 2016, arrancó para ese lado y bueno, había que seguir a la pluma. En este caso Hernán de Séverled me ayudará en la corrección y estructura del texto y la edición es bastante probable que sea en Uruguay. Si Contar la plata iba por el lado del laburo del protagonista y los personajes circundantes al ámbito laboral, en este caso, la historia se enfoca más en la relación del protagonista con Noelia, una chica que lidia con el trauma de sufrir un ligero estrabismo y que se encuentra en una etapa exploratoria donde cuestiones como el poliamor no se descartan, lo que representa un desafío para el protagonista de un ADN patriarcal fuerte. Por otro lado aparece un universo nuevo: la interna de una banda. El protagonista se mete en una bastante enquilombada y la novela refleja los vaivenes de una banda que, como muchas, busca trascender en la escena nacional de un país en el que la clave es persistir, no separarse. Pero aunque sea una sola cosa, no es nada fácil. Esto a modo de titular. Me encantaría decir que hay más tramas pero no puedo quemar todo así que me contengo y la dejo por acá.