Aunque en esta entrevista se reconoce miedosa y tímida, Belela Herrera (95) es bastante directa y crítica a la hora de conversar sobre diversos temas de actualidad.
Homenajeada en agosto pasado por ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados), con una sala que lleva su nombre en la Casa de las Naciones Unidas de Ciudad Vieja, la exdirectora de Cooperación y Relaciones Internacionales de la Intendencia de Montevideo y exvicecanciller de Uruguay (2005-2008) es una voz autorizada para hablar de derechos humanos y también para hablar de Chile. Llegó a Santiago en 1970 junto a su familia, y conoció de cerca la experiencia de Salvador Allende y la Unidad Popular. También vivió en Chile el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, del que se enteró por la radio y mientras llevaba a su hija Macarena a la universidad. Su vida cambió a partir de ese entonces.
Desde 1973 hasta 1980, ejerció como encargada de la Oficina del Alto Comisionado para los Refugiados en Chile, donde salvó la vida de un centenar de personas en plena dictadura de Augusto Pinochet, dándoles asilo a algunos incluso en su casa.
En esta entrevista, realizada en su departamento en Parque Rodó, Belela Herrera conversa en extenso sobre el complejo momento político y social que vive Chile, también reflexiona sobre la actualidad uruguaya, la situación de los migrantes venezolanos, la lucha de las mujeres y recuerda un especial encuentro con Salvador Allende. Todo esto, frente a la mirada atenta de dos caballos pintados por Delia del Carril, en un cuadro firmado a mano que dice: “A Belela, que ha dedicado su vida a mitigar el dolor de los seres humanos, víctimas del actual estado del mundo terrorista, que nos ha tocado en suerte vivir. ¡Gracias Belela!”

¿Cómo ve la situación de Chile en la actualidad?
Yo aposté mucho al plebiscito, que salió aprobado. Aposté mucho al trabajo que hizo la comisión en cuanto a hacer una nueva constitución que me pareció muy muy valiosa, que abarcaba todos los puntos que yo consideraba absolutamente imprescindibles. Y quiero expresarle una gran admiración a esas personas que se dedicaron a pensar una nueva constitución a un país que necesita cambios. Después de los Chicago Boys y lo que ocurrió durante todo ese tiempo, ha habido un proyecto neoliberal que, para mí, ha sido muy nefasto para Chile y también para la región.
Con el conocimiento que usted tiene de la sociedad chilena, ¿por qué cree que ganó el rechazo a la nueva Constitución?
Yo creo que nadie lo puede definir. Ninguna de mis amigas tiene una explicación clara. Una de ellas, Mariel, estuvo acá como agregada cultural en la Embajada de Chile en el gobierno de Michelle Bachelet. Ella trabajó mucho junto con la Malucha Pinto, por ejemplo, trabajaron juntas por el apruebo, y está desecha. Además, fue tan abrumador, no sé si aducirlo a que el voto era obligatorio y votó gente que no había pensado votar nunca. Yo me acuerdo de que ese día puse temprano la televisión chilena y lo primero que me llamó la atención y me hizo gracia fue que un matrimonio que era japonés fue a votar a las ocho de la mañana, cuando todavía las mesas no habían abierto, porque tenían miedo a la multa. Tan absurdo como eso. Parecía que había habido los últimos días un rebrote, que había habido un movimiento como en la segunda vuelta, pero no lo hubo y fue de verdad aplastante.
Una de las cosas que se dice por las cuales fue tanta la diferencia del triunfo de rechazo es que la izquierda chilena no ha podido identificar a la ciudadanía. ¿Usted qué piensa al respecto?
Yo viví en la época de la Unidad Popular y la izquierda chilena estuvo muy activa. Bueno, tenía que ser, porque desde el vaso de leche y desde la presidencia, los avances que hubo son innegables. Por ejemplo, yo no me olvidaré nunca —y lo repito acá también—, que Salvador Allende, pocos meses después de asumido, fue a la UNAM a México, a un congreso, y en ese entonces dijo que lo principal era la alimentación de los niños de 1 a 3 años, porque ahí se formaba el ser, se formaba la persona que iba a ser después el ciudadano. Y eso lo dijo en esa época, y es lo que se está sosteniendo ahora. O sea, todos esos ejemplos hacen que uno diga, caramba, lo que representó el Chile de la Unidad Popular y los avances que hubo, a pesar después de las desinteligencias del partido Socialista, del partido Comunista y todo los que sabemos. Pero en ese momento, al principio, despertó el interés de todo el mundo. Los suecos, por ejemplo, venían muy a menudo al país, porque apoyaban el gobierno de Allende. Estaba por venir una delegación antes del golpe, se esperaba una delegación sueca que venía con mucha plata para tratar de salvar esa hambruna que estaba habiendo, porque no había productos, no se podía comprar nada.
¿Cómo cree usted que podría hacer la izquierda chilena, Boric y sus asesores, para poder conectarse más con la gente de los sectores populares?
Yo creo que tiene muchas posibilidades Boric, por su forma de ser, pero es difícil anonadar ese cerco que se ha formado tan duro, ¿no? Yo tengo una conocida que llegó acá como refugiada hace muchísimos años y estuvo hace poco en Chile, porque se le murió la mamá y ella no podía comprender. Ella es profesora de matemática, es una mujer muy inteligente, es de la gente que vino al exilio porque estuvo presa y torturada. Y ella, que no es de un nivel de clase social encumbrada, sino más bien de un nivel de clase social más bien obrera, porque sus hermanos son obreros, tenía pánico, pánico de que vinieran los comunistas y que volvieran a la época de la Unidad Popular. Pánico, o sea también el miedo que les infundieron, y que iba a ser Cuba, Venezuela.
¿Cuál es su visión de la sociedad uruguaya en este momento?
Yo te diría que se está despertando acá a raíz de que perdimos el gobierno, estamos muy crispados y casualmente, anteayer, se pudieron reunir líderes de todos los partidos para ver si bajaban la pelota. Es una forma vulgar de decir: “vamos a tratar de no empezar con una crítica muy feroz, y con ironías y con cosas que descalificas”. No sé si se va a lograr, estamos a dos años de las elecciones, yo no sé si lo voy a ver, no sé, no hago pronósticos, pero el gobierno va a tener logros porque va a tener ayuda. Contrariamente a lo que han sido los gobiernos anteriores, este gobierno tiene una muy buena llegada con el gobierno americano. Estados Unidos va a ayudar económicamente mucho. Nosotros como Frente no trabajamos bien en interior, ese es un mea culpa que está haciendo todo el Frente, ¿no? Hay un eslogan, anda dando vuelta por ahí, no me acuerdo bien cómo es, dos palabritas que están usándose: “estamos recorriendo el país”.
Entonces ya están perfilados prácticamente los candidatos para la próxima elección, de parte nuestra y de parte del gobierno también, y pienso que se va poniendo cada vez más tenso, pero vamos a tener que tratar de no llegar a límites muy extremos. Va a ser difícil, muy difícil, porque el gobierno está convencido de que está siendo un gran gobierno, porque ha bajado el presupuesto, y nosotros consideramos lo contrario. En muchas áreas sociales se ha bajado el presupuesto y esto ha significado que la gente está sufriendo más.
¿Qué opina del éxodo venezolano por Chile y por el mundo?
Bueno, me da mucha pena, ¿no? Y me preocupa muchísimo lo que pasó en Chile, tal es así que el representante de ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) en Buenos Aires, que no cubre Chile, porque Chile tiene su propio funcionario de ACNUR, tuvo que ir a ayudar porque la situación era cada vez más terrible. Los estaban matando, los estaban maltratando de una manera feroz y yo no he visto que este gobierno, el gobierno de Boric, haya abordado ese tema, que fue un tema muy candente antes de la elección, tú te acordarás…
Sí, claro, lo de Colchane en el norte de Chile.
Exactamente, Colchane en el norte de Chile, fue terrible. Y con los haitianos fue muy triste también, porque los hicieron venir y después los mandaron de vuelta, como yo estuve como funcionaria por nueve meses en Haití, cuando se formó la MINUSTAH (Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití), que es la comisión de todos los países de América Latina, menos Estados Unidos. Fue la única vez que la OEA forma un grupo de países para apoyar un país que está necesitando una vigilancia o un apoyo.
¿Cómo cree que nos podemos reconciliar o reencontrar los chilenos en este tiempo tan complejo?
Esa es una pregunta para un mago (se ríe). No sé, la verdad es que es una pregunta que no puedo contestar. Sé que está Michelle, que volvió. Fue muy respetada, su gobierno no fue así un gobierno absolutamente que todo el mundo estuviera de acuerdo, pero creo que es una mujer que ha tenido una trayectoria muy reconocible y en este último cargo también, que es respetada y que podría… A mí me desconcertó mucho las declaraciones de Lagos, por ejemplo, mucho, no entendí, qué es eso. Primero se abstiene, no quiere y luego se ofrece, ¿no te parece raro?
Muy raro, pero con su referencia a Michelle Bachelet…
Yo lo quiero mucho a Ricardo, porque lo conocí mucho y me condecoró, pero no entiendo.
Belela, ¿qué reflexión hace de lo que ha pasado con la pandemia? Yo sé que en Uruguay es mucho menos que en otras partes, de hecho, yo llegué acá y me dijeron “sáquese la mascarilla” en el aeropuerto.
Es una pregunta muy vasta. Cada país tomó sus medidas, se ve que Chile tiene una tradición, por lo que me decía mi hija, hablo todas las noches con ella, que lo de la vacuna es muy normal en Chile, que se hizo de forma muy rutinaria. En cambio, aquí no. Aquí costó primero, todo el mundo esperaba la vacuna, y esto del presidente que dijo que cada quien sabe cómo cuidarse. Y la gente lo tomó muy bien al principio, prácticamente no hubo críticas. Después hubo un lapso muy largo en que la vacuna no llegaba y ahí si los médicos, la mayoría de izquierda, criticaron mucho al gobierno por el tiempo que transcurría en que no llegaba la vacuna y seguían subiendo los casos. Hasta que finalmente llegó y se arregló todo y está todo controlado. Yo creo que el gobierno finalmente, a pesar de ese lapso en que se predijo que había que tomarse otras precauciones y otros aislamientos, a pesar de eso, el saldo fue positivo para el gobierno, el gobierno se glorifica de eso, a cada dato el presidente dice: “sí, porque nosotros…”
¿Por qué los derechos humanos, a pesar de todo lo que ha pasado, siguen siendo un tema pendiente en América Latina?
Va a seguir siendo pendiente siempre, porque nunca va a haber un país que pueda cumplir con todo, porque va a quedar siempre algo que no se ha cuidado o se ha descuidado u ocurrió cuando no se previó. Es impredecible, uno puede tener una muy buena Comisión de Derechos Humanos, pero la comisión per se, no hace las cosas, es la gente, son las personas las que deben tener dentro de ellas el concepto de que: “bueno, yo tengo que respetar”. El policía, por ejemplo, se sabe que los han criticado por el gatillo fácil y porque ha habido problemas. Hasta cuándo el policía está tranquilo de que cumplió bien con su deber, de sí se extralimitó o no se extralimitó. Esto va a pasar toda la vida, no lo vamos a poder cambiar.
Por otro lado, las cárceles son absolutamente indignantes, nuestras cárceles son infames, la gente va para aprender lo peor, para morirse, tenemos un número de presos que no tiene que ver con la población, es vergonzoso, que se matan entre ellos y que cada tanto hay requisas, encuentran cortes y cosas que tienen los presos, porque como no tienen nada que hacer y pocos son los que están estudiando, son pocos los que están tratando de trabajar, pocos los que tienen una muerte orgánica, Este es un gran debe, y es un debe que tenemos desde el gobierno nuestro.
Yo sé que usted tiene dos hijos cineastas. ¿Cuán importante cree que es la construcción de memoria a través del cine para una sociedad?
Muy importante. Yo, por ejemplo, estoy con una obsesión que quiero que sean dos películas, yo estoy buscando a las personas que puedan realizarlas. Una es la historia de una chica que trabajó conmigo en Intendencia, que es nieta de desaparecidos, cuyos abuelos la rescataron de Argentina luego de desaparecidos sus padres. La criaron, ahora es abogada, trabaja en la Intendencia. Todo lo que ella pasó, ella estuvo en el Plan Cóndor, ha seguido muy de cerca el Plan Cóndor, porque realmente supe cuando se creó, estaba dentro de mi trabajo, y cómo eso se realizó en los países del Cono Sur, y tuvo sus diferencias. Por ejemplo, en Argentina, se ha avanzado muchísimo, ahora va salir una película.
Sí, la de Ricardo Darín.
Sí, exacto. Me muero de ganas de verla. (Nota de la edición: se refiere a la película Argentina, 1985, dirigida por Santiago Mitre). Porque yo estuve en los juicios, fue en las noches, hubo muchos juicios, siempre llegaba a casa y tenía que comer algo y acostarme a dormir para trabajar al día siguiente y como que no podía tragar nada.
¿Cómo ve la lucha que están dando las mujeres por la igualdad de género en América latina?
Yo creo que las mujeres están haciendo un trabajo fenomenal, te diría que no me he sumado por mi edad. Estoy de alma y de corazón, pero no físicamente, y creo que es muy valioso. Ahora, en el caso mío no me perjudicó ser mujer. Yo me pude presentar a Enrique Montero Marx (ministro del Interior de Chile con Pinochet en 1982-1983) y decirle: “usted tiene que dejarme ir a Tres Álamos, porque yo quiero ir a ver unos refugiados”, y él me daba permiso. Después me enfrenté a los más duros esbirros de las dictaduras militares de Centro América, Honduras, El Salvador, Guatemala, sobre todo Guatemala, donde había uno que se llamaba la Mano Negra, un tipo siniestro. Y yo me enfrentaba a él como a ti, y le decía: “Sí ministro, pero usted sabe que si llega a devolver a un salvadoreño a su país de origen, usted va a ser considerado como un asesino por toda la comunidad internacional”. Y se lo decía a cada descubierta nada más. Ahora, qué me daba esa fuerza, yo soy, como me ves, y además siempre he sido medio miedosa, pero en ese momento adquiría cierta fuerza, la convicción de que tenía que decírselo, se lo decía, si no lo cumplía es otra cosa, pero yo se lo decía.
No se nota que es miedosa, Belela.
Fui miedosa de chica, sí. Nunca fui corajuda, no. Tímida, además. No me gusta que hablen de mí tampoco.
¿Cuál fue el legado más importante que le dejó la experiencia de conocer a Salvador Allende?
Bueno, una simpatía muy grande. Admiraba su profesión, admiré la paciencia de tener a Fidel Castro durante tanto tiempo (se ríe). Yo hice una gran amistad con la Tencha (Hortensia Bussi, cónyuge de Salvador Allende).
¿Recuerda alguna conversación con Salvador Allende?
Lo único con él fue cuando lo saludé, ese día que asumió, después del acto en el estadio. Yo estaba acompañada de dos funcionarios que vinieron de Uruguay, que eran naturalmente del gobierno de Jorge Pacheco y que le llevaron de regalo un cuadrito chico de Pedro Figari, uno de los pintores más famosos nuestros. Y estuve con ellos ese día, pero cuando pasamos en la fila a saludarlo, yo le dije, muy chiquitito, así muy en secreto: “Soy del Frente”, y él me dijo: “muy bien, chiquilla”.