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Este será el año en que se cumplan 100 años de la Revolución Rusa. Por su importancia para la historia de todo el mundo, y especialmente para la izquierda, es un año de análisis y reflexión sobre la experiencia soviética. Una crítica importante, sobre todo cuando muchos, adversarios ideológicos de cualquier revolución o sencillamente arribistas que disfrazan de críticas “por izquierda” sus argumentos conservadores, reducen el proceso revolucionario ruso a los horrores del stalinismo.

La hipótesis comunista, planteada por Karl Marx y Frederik Engels en el Manifiesto Comunista (1848), la posibilidad de construir una sociedad sin explotación del hombre por el hombre, no se reduce al socialismo de Estado. Sin embargo, aceptar la derrota de la puesta en práctica concreta de la hipótesis comunista en Rusia, es una tarea en la que vienen trabajando muchos desde la caída del socialismo real en 1991. Este año en particular habrá que aprovechar el centenario para promover un amplio debate en torno a distintos tópicos. Con este post inicio una serie de aportes en torno al legado de la revolución rusa en el campo de las artes y la cultura.

El arte en debate (1917-1924)

En esta primera entrega reproducimos un texto de Lenin, publicado en la prensa el 11 de octubre de 1920. Es una de las tantas piezas dedicadas a la cuestión de una cultura del proletariado, autónoma y revolucionaria, construida en oposición a la cultura burguesa. Este debate estuvo presente en los primeros años de la revolución, y se extendía a otros campos como la ciencia. El argumento de Lenin, frente a quienes proponían una cultura sectaria, estaba relacionado con el universalismo del marxismo (frente a un particularismo, en este caso proletario) y con la necesidad de recoger todas las experiencias artísticas de la humanidad, incluidas las de la burguesía, en una futura cultura proletaria. Porque para Lenin la cultura proletaria era en todo caso un horizonte, una aspiración, algo a construir, en un proceso de selección de los materiales existentes, elaborados históricamente por la humanidad.

Este texto es el borrador de una resolución que el I Congreso de Proletcult de toda Rusia, realizado en Moscú del 5 al 12 de octubre de 1920, debía asumir como propia antes de su finalización. Fue publicado postumamente en 1926. Se trata de un texto de coyuntura, como la mayoría de los textos de Lenin, por lo que no solamente es imposible tomarlo como un texto doctrinario (como muchos leen a Lenin a veces), sino que es necesario leerlo en el marco de las discusiones y tensiones presentes en la revolución en ese momento.

Según Donald Drew Egbert, en El arte en la teoría marxista y en la práctica soviética (1973), al comienzo de la revolución rusa los conflictos ideológicos se centraban en tres ejes o problemas: la relación entre la nueva cultura comunista y las culturas del pasado; las relaciones entre cultura comunista, masas, partido y Estado; y, por último, los vínculos de la cultura soviética con la cultura contemporánea en el mundo y en relación a las culturas regionales propias. Estos conflictos ideológicos “cristalizaron después de un largo proceso, cosa que permitió que durante los primeros años posteriores a la revolución de Octubre de 1917 hubiera un período de experimentación relativamente libre en las artes y en los aspectos teóricos” (36).

En el marco de las disputas entre posiciones conservadoras-nacionalistas y las posiciones más modernas, asociadas a la vanguardia (el constructivismo de Maiakovski, por ejemplo), surgió el Proletcult como movimiento “encaminado a lograr una cultura conscientemente proletaria” (Egbert, 40). La posición contraria a este movimiento por parte de Lenin se alinea con la de otros líderes bolcheviques que “presintieron que no se podía crear una cultura y un arte continuadores del pasado y al mismo tiempo independientes de él” (Egbert, 41). Para Egbert, Lenin “reverenciaba el pasado, no por ser pasado, sino por su utilidad en el presente” (43).

Las interpretaciones de Lenin sobre el arte moderno, al que no podía entender en el marco de los desafíos de la revolución, su gusto por el realismo en todas las artes y su preocupación por la utilidad, lo llevaron a proponer, el mismo año en que escribe esta resolución, que si bien los artistas tenían derecho a crear libremente, los comunistas debían tratar de guiarlos. Por esos mismos años Lenin estaba trabajando en un manifiesto (La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo) que produjo “una división entre los artistas de avanzada” entre quienes se plegaron plenamente a la revolución y quienes la separaban del arte. Estas divisiones y las reducciones de subsidios para los artistas por la implementación de la Nueva Política Económica en 1921, provocaron que muchos artistas de vanguardia emigraran a Estados Unidos y Alemania (45).

El arte en Rusia se volvió menos abstracto, dice Egbert, y pese a que el Comité Central atacaba las posiciones “izquierdistas” que sostenían que no había conciliación posible entre la vanguardia y el arte del pasado, hacia 1925 una resolución del mismo Comité habilitó un período de cierta libertad durante cuatro años. La muerte de Lenin en 1924 y el triunfo de Stalin hacia 1930, con la consiguiente eliminación de la oposición dentro del propio Partido, precipitó la formulación de una estética oficial que llamó “realismo socialista”.

El texto de Lenin que sigue responde a las pujas en la conducción de la revolución en 1920, ya habrá tiempo para desarrollar la tesis del “realismo socialista” en el período stalinista y sus consecuencias en al arte soviético y mundial.

La cultura proletaria

por Vladímir Ilich Uliánov (Lenin)

Por el número de Izvestia correspondiente al 8 de octubre se ve que el camarada Lunacharski ha dicho en el Congreso de Proletcult justamente lo contrario de lo que habíamos convenido con él ayer.

Es necesario preparar con extraordinaria rapidez un proyecto de resolución (del congreso de Proletcult), hacerlo pasar por el CC y llegar a tiempo de que sea aprobado en esta misma sesión de Proletcult. Hay que presentarlo hoy mismo, en nombre del Comité Central, al Consejo del Comisariado del Pueblo de Instrucción y al Congreso de Proletcult, pues este último se clausura hoy.

PROYECTO DE RESOLUCIÓN:

1. En la República Soviética obrera y campesina, toda la organización de la instrucción, tanto en el terreno de la instrucción política en general como especialmente en el del arte, debe estar impregnada del espíritu de la lucha de clase del proletariado por el feliz cumplimiento de los fines de su dictadura, es decir, por el derrocamiento de la burguesía, la supresión de las clases y la abolición de toda explotación del hombre por el hombre.

2. Por ello, el proletariado debe tomar la parte más activa y principal en todos los asuntos relacionados con la instrucción pública, personificado tanto por su vanguardia, el Partido Comunista, como, en general, por toda la masa de organizaciones proletarias de distinto tipo.

3. Toda la experiencia de la historia moderna y, en particular, más de medio siglo de lucha revolucionaria del proletariado de todos los países desde la publicación del Manifiesto Comunista demuestran incontestablemente que sólo la concepción marxista del mundo expresa de modo correcto los intereses, el punto de vista y la cultura del proletariado revolucionario.

4. El marxismo ha conquistado su significación histórica universal como ideología del proletariado revolucionario porque no ha rechazado en modo alguno las más valiosas conquistas de la época burguesa, sino, por el contrario, ha asimilado y reelaborado todo lo que hubo de valioso en más de dos mil años de desarrollo del pensamiento y la cultura humanos. Sólo puede ser considerado desarrollo de la cultura verdaderamente proletaria el trabajo ulterior sobre esa base y en esa misma dirección, inspirado por la experiencia práctica de la dictadura del proletariado como lucha final de éste contra tocia explotación.

5. Sustentando firmemente este punto de vista de principio, el Congreso de Proletcult de toda Rusia rechaza con la mayor energía, como inexacta teóricamente y perjudicial en la práctica, toda tentativa de inventar una cultura especial propia, de encerrarse en sus propias organizaciones aisladas, de delimitar las esferas de acción del Comisariado del Pueblo de Instrucción y del Proletcult o de implantar la «autonomía» de Proletcult dentro de las instituciones del Comisariado del Pueblo de Instrucción, etc. Por el contrario, el congreso impone a todas las organizaciones de Proletcult la obligación inexcusable de considerarse enteramente órganos auxiliares de la red de instituciones del Comisariado del Pueblo de Instrucción y cumplir sus tareas, como parte de las tareas de la dictadura del proletariado, bajo la dirección general del Poder soviético (especialmente del Comisariado del Pueblo de Instrucción) y del Partido Comunista de Rusia.

***

El camarada Lunacharski dice que se han tergiversado sus palabras. Con tanto mayor motivo es archinecesaria la resolución.

Escrito el 8 de octubre de 1920. Publicado por primera vez en 1926, en el Núm. 3 de la revista Krásnaya Nov.

Fuente: Lenin. La cultura y la revolución cultural. Moscú: Editorial Progreso, 1980.

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