En 2006 Laura Esquivel publicó una novela centrada en la relación de Hernán Cortés y Malinche, una mujer que fue una pieza central en la conquista de Tenochtitlán. Mientras escribía la reseña alguien me mencionó a Fanny del Río, quien también había escrito una novela sobre Malinche. La novela todavía no había sido publicada (eso ocurrió en 2009) pero me parecía una buena idea complementar la reseña con una entrevista y a los editores de la diaria también.

Cortés y La Malinche (1926) de José Clemente Orozco (1883-1949). Fresco Antiguo Colegio San Ildefonso. Foto: AnaAlon en Wikimedia Commons

Amor a la mexicana

Malinche cuenta la historia de una mujer que fue central para la conquista de México en el siglo XVI. No es la primera vez que Esquivel explora zonas fundacionales o traumáticas de la historia nacional de su país. Algunas de sus novelas anteriores tomaban el ciclo de la Revolución Mexicana de 1910 liderada por Emiliano Zapata. En esta oportunidad Esquivel, a través de una mujer sobre la que existen múltiples disputas en México, se mete con la Conquista comadada por Hernán Cortés .

Su novela más exitosa Como agua para chocolate (1989), que ya superó las diez ediciones en español y fue traducida a varios idiomas, colocó a Laura Esquivel entre escritoras como Isabel Allende, Ángeles Mastretta o Marcela Serrano. Un conjunto de narradoras latinoamericanas empecinadas en mostrar el lado femenino de las cosas y ocupando ese lugar en el mercado editorial hispanohablante. Esquivel incursionó en el teatro, el guión cinematográfico y la televisión, lo que influyó no sólo en el estilo de sus narraciones sino también en la búsqueda de nuevos caminos para la literatura comercial. Ejemplo de esto es la novela multimedia La ley del amor (1995).

Una historia para contar

La empresa de escribir una novela sobre la Malinche es en principio alentadora. En la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo es posible encontrar uno de los pocos testimonios directos sobre Marina, otro de los nombres de la Malinche. De niña formó parte de una familia noble bajo el dominio del imperio mexicano. Como primogénita tenía derecho a dirigir a su pueblo. Tras la muerte del padre, su madre se casó con otro hombre con el que tuvo un hijo varón. Para otorgarle el poder a su nuevo hijo, la madre la vendió como esclava en la zona maya.

Este es el motivo por el que la Malinche maneja dos lenguas: el náhuatl y el maya. Llega a Hernán Cortés como esclava, en una ofrenda que los mayas le enviaron luego de ser vencidos en Tabasco. A partir de un hecho fortuito la Malinche se convierte en “la lengua” de Hernán Cortés. Ella podía traducir del náhuatl al maya y Jerónimo de Aguilar del maya al español. Luego ella misma aprenderá español y pasará a ocupar un lugar mucho más destacado en la conquista de México desplazando a Aguilar.

La historia de esta mujer se convirtió en un campo de batalla para los mexicanos. Algunos usan su nombre como sinónimo de “vendepatria” y otros la consideran la “madre” de México. Dentro de los últimos se encuentran intelectuales prestigiosos como Octavio Paz. Que interpreta en El laberinto de la soledad (1950) la relación amorosa entre Cortés y la Malinche y señala el origen mestizo de México simbolizado en su hijo Martín Cortés. O más recientemente Enrique Krauze, número dos de Octavio Paz en la revista Vuelta, en su libro sobre los historiadores liberales de México La presencia del pasado (Tusquets, 2005).

A través de esta love story entre La Malinche y Hernán Cortés, Esquivel repasa la conquista de México y el inicio del mestizaje que es “el origen de lo que somos” como dijo a Página 12 en abril de este año, cuando presentó Malinche en la Feria del libro de Buenos Aires.

Los protagonistas tienen diálogos un poco falsos, por momentos los indígenas son representados como niños ingenuos y supersticiosos, la historia transcurre linealmente. La literatura de Laura Esquivel y la de otros tantos escritores y escritoras no pretende bucear en los “misterios” de la creación artística. Está escrita y orientada al entretenimiento de grandes públicos que leen sus novelas. Y lo consiguen en reiteradas ocasiones y con mucho éxito. Pero seguramente el grupo Suma no esperan de esta novela los éxitos de venta de Como agua para chocolate, o por lo menos no en el Río de la Plata donde por cierto tuvo mala prensa.

Imagen del Lienzo Tlaxcala, pintura del siglo XV. Diego Muñoz Camargo, c. 1585. Fuente: Wikimedia Commons

Fanny del Río, finalista del Premio Planeta 2002

Otra Malinche

Hay otra Malinche. La de Fanny del Río, una de las doce finalistas del Premio Planeta 2002. El primer premio fue en aquella oportunidad para Alfredo Bryce Echenique con El huerto de mi amada. La novela de Fanny del Río consiste en treinta cartas que Malinche escribe a su hijo Martín, fruto de su relación con Hernán Cortés.

Aún no ha sido publicada pero es parte de un proyecto más grande, una trilogía que la autora está preparando y que comienza con la Malinche, sigue con Isabel, quién vio caer el imperio de los mexicas siendo la hija menor del emperador Moctezuma; y termina con Martín Cortés, expulsado de México por liderar un intento de levantamiento que buscaba la liberación de España en el siglo XVII. Con esta trilogía Del Río pretende expresar la visión de los vencedores, la de los vencidos y la de la unión de ambos en el mestizo Martín.

La idea de escribir una novela sobre la Malinche “le rondaba en la cabeza desde hacía mucho tiempo”. Fanny del Río insiste en llamarla Marina o Doña Marina. Y es porque la Malinche fue el nombre que se le dio a partir de su vínculo con Cortés a quien se le llamaba Malinche, por lo que “es bien injusto decirle a ella Malinche a pesar de que es un híbrido también comprensible, la fusión de los dos personajes es también comprensible. Ahora le decimos a ella Malinche cuando en realidad Malinche era él”.

Del Río leyó mucho para conocer la historia de esta mujer que había sido capital para la conquista de México: “Fue muy interesante lo que descubrí. Lo que rodea a Marina es una gran mentira histórica, hecha como todas las mentiras históricas para salvaguardar una identidad falsa, nacional, totalmente estúpida. La historia siempre la escriben los que vencen, pero creo que en este caso es muy significativo que la historia también la han escrito los vencidos”

Y agregó: “A Marina se le adjudica la traición a su propia gente, a su propio pueblo, a sus raíces y si bien en mi novela eso está, lo que descubrí es la compleja historia política, social que rodeó la conquista de México. Cortés nunca hubiera llegado a conquistar el imperio más poderoso de América y te diría de gran parte del mundo, con 500 hombres. Lo logró porque tuvo una suerte increíble y es fantástico comprender todos los golpes de suerte y la visión estratégica que tuvo y la sabiduría de emplear a Marina como su intérprete”.

La novelista se detuvo en esta idea “porque Marina no solamente fue su traductora, fue su intérprete y este es un concepto mucho más amplio, mucho más importante que el de traductora, porque traductora es quién de una lengua pasa a la otra. Marina fue la llave con la que Cortés abrió la compleja mentalidad de la época de los mexicanos”. Del Río explica porque utiliza la expresión mexicanos y no aztecas: “azteca es un término muy nuevo y no tiene nada que ver con la realidad histórica. Los méxicanos eran los usurpadores del trono de Tula, ellos se lo habían adjudicado falsamente y lo hicieron tergiversando la historia, porque ellos también quemaron libros de historia como Torquemada después y todos los conquistadores e imperios han hecho”

El imperio mexicano se sostenía por la dominación de diferentes grupos étnicos a través de impuestos “terribles”. Para Del Río era “un imperio cruel, sanguinario, tremendo. El día de la coronación de Moctezuma, este señor mando ejecultar a mil tlaxaltecas en 24 horas. Son casi dos personas por minuto. Los tlaxaltecas odiaban a los mexicanos con razones. La gente se alió a Cortés, ya cuando llega a Veracruz tiene una reunión con lo que los españoles llaman ‘caciques’ y treinta le dan su apoyo para que marche hacia México en contra del imperio de Moctezuma. Este y varios otros fueron los motivos por los que Cortés vence”.

“Era una mujer que había recibido una educación privilegiada –concluye Del Río– estaba educada para ser líder, jefa de su pueblo. Era además una enemiga de los mexicanos porque también su pueblo había sido sometido a este regimen imperial terrible. Incluso creo que nunca tampoco se hubiera terminado de consumar la conquista de esta manera si Cortés no hubiera significado para los pueblos oprimidos una oportunidad de liberarse. Hay una terrible injusticia al decir que Marina fue una traidora porque es como decir hoy que un mexicano le debe fidelidad a Estados Unidos”.